REPORTAJE
188.
"La dama de Ruanda". 18/9/2004.
Duración: 10 min.
Un reportaje de: VICENTE ROMERO y J. CARLOS RIBAS
Imagen: JESÚS MATA
Sonido: FERNANDO MUZUNGU BRIOLES
LLEGADA DE LA ANCIANA ROSAMOND CARR A SU ORFANATO. LOS
NIÑOS LA RECIBEN.
A la edad de noventa y un años, Rosamond Carr
todavía acude diariamente al orfanato que fundó
y mantiene desde hace diez años en la localidad
ruandesa de Gisenyi, junto a la frontera del Congo.
Sus acogidos son niños de las dos etnias que
pueblan Ruanda: tutsis, huérfanos de los odios
tribales que causaron el mayor genocidio en la historia
de África, y hutus víctimas de la guerra
civil, la represión militar y la miseria.
VICENTE ROMERO
¿Cuántos niños tiene usted aquí,
en este momento?
ROSAMOND CARR
Ahora mismo son 121.
VICENTE ROMERO
Son muchos. ¿los conoce a todos?
ROSAMOND CARR
Sí. Los conozco a todos. Sé los nombres
de cada uno de ellos.
CARR EN EL PATIO DEL ORFANATO.
Abandonados a su suerte tras los asesinatos políticos
de sus padres, fueron recogidos por esta americana excepcional
que se resiste a separarse de ellos, aunque cada vez
tenga que apoyarse más en su fiel Sembagare,
el hombre que empezó siendo su criado hace 47
años, después fue su chófer y ahora
dirige su orfanato. 230 criaturas con las vidas destrozadas
por la interminable tragedia de Ruanda han crecido entre
los muros de Imbabazi, nombre que los propios niños
le pusieron al recinto, y que significa amor maternal.
ROSAMOND CARR
Cuando abrí el orfanato, tenía la esperanza
de que la mayoría de los niños encontrase
a algún familiar. Yo siempre digo que este albergue
es para huérfanos, pero también para niños
perdidos. Muchos de los niños que recibimos se
han perdido y luego encuentran a sus familias.
VICENTE ROMERO
¿Cuesta mucho dinero mantener esto?
ROSAMOND CARR
Sí, desde luego. Sobre todo porque tenemos muchos
adolescentes. Siempre tienen hambre. Y aquí la
comida es muy cara actualmente. Pero, como puede usted
ver, están todos bien alimentados.
UN GRUPO DE NIÑOS DANZA AL SON DE YEMBÉS
Fascinada por África, Rosamond Carr vivió
apasionadamente algunos de los momentos más turbulentos
de la historia del continente negro, desde el trágico
final del colonialismo en el Congo, cuatro décadas
atrás, hasta las matanzas tribales que asolaron
Ruanda hace diez años.
VIAJE EN COCHE HACIA EL PUEBLO DE MUGUNGA. JARDÍN
DE LA CASA DE CARR.
Hija de una conocida familia de Nueva Jersey, arruinada
durante la crisis bursátil del 29, nunca pudo
ir a la universidad. Estudió diseño en
una academia neoyorkina. Y se enamoró de un aventurero
inglés, un hombre treinta años mayor que
ella, que respondía al mito literario del gran
cazador blanco. Juntos viajaron al corazón
de África, donde dirigieron varias plantaciones,
hasta que su matrimonio naufragó. Todavía
joven, Rosamond rechazó la idea de volver a una
América que le parecía hueca. Y decidió
vivir su propia aventura en Ruanda.
ROSAMOND CARR
Nunca tuve hijos, y eso es algo que me atormenta. Al
final, me divorcié de mi marido porque él
no podía tenerlos. Le quería mucho, pero
sentía la necesidad de volver a casarme para
tener hijos. Sin embargo, en lugar de volverme a América,
me quedé en África. Y aquí no encontré
a nadie con quien pudiera casarme.
VICENTE ROMERO
Yo he leído que estuvo enamorada de un inglés...
ROSAMOND CARR
Sí, tuvimos un pequeño romance, pero no
quise casarme con él.
CARR Y ROMERO ENTRAN EN LA CASA
ROSAMOND CARR
¿Parezco feliz?
VICENTE ROMERO
Sí.
ROSAMOND CARR
Es porque me encanta lo que hago. Adoro a los niños
y me gusta estar aquí, con mis cosas, en esta
casa tan encantadora...
RECORRIDO POR LA CASA. VIEJAS FOTOGRAFÍAS.
SECUENCIA DEL FILM ‘GORILAS EN LA NIEBLA’.
Hace ya más de medio siglo, se estableció
en esta granja de la localidad de Mugongo, entre el
volcán Karisimbi y el lago Kivu. Su hogar sería
saqueado tres veces, entre matanzas y combates. Pero,
pese a perder todos sus enseres y recuerdos, nunca quiso
abandonar las tierras en que levantó su primer
campamento su amiga Diane Fossey, cuya vida se contaba
en la película ‘Gorilas en la niebla’,
donde la actriz Julie Harris interpretaba el personaje
de la señora Carr.
ESCENA DE ‘GORILAS EN LA NIEBLA’, DIÁLOGO
DEL PERSONAJE CARR:
“Aquí siempre hay guerra y pobreza,
pero quiero a esta gente y no puedo soportar su sufrimiento.
La verdad es que nunca decidí quedarme, pero
cada vez que salía a respirar era primavera y
volvía a sembrar de nuevo. La verdad es que adoro
todo esto. Este es mi hogar.”
CARR Y ROMERO SENTADOS ANTE LA CHIMENEA
Como todos los extranjeros, fue evacuada en abril de
1994, cuando el genocidio arrojó cerca de un
millón de cadáveres sobre las colinas
de Ruanda. Pero regresó pocos meses más
tarde. Y, a la edad de 82 años, empezó
otra aventura tan arriesgada como gratificante: recogió
los niños tutsis que habían quedado huérfanos
en su vecindad, y fundó un albergue donde pudieran
crecer seguros, conviviendo con niños hutus,
víctimas de la guerra o la venganza.
ROSAMOND CARR
He pasado miedo muy a menudo. Pero los peores momentos
fueron durante la guerra. Había helicópteros
bombardeando, que se acercaban a la casa, y me daban
pánico. Fue una época horrible. Yo creía
que el genocidio se producía solo aquí,
y en ningún otra parte del país. Solo
cuando me evacuaron y estuve a salvo, fuera de Ruanda,
me di cuenta de que el genocidio estaba mucho más
extendido, y comprendí lo terrible que era. Por
supuesto, asesinaron a muchos conocidos míos.
Fue algo espantoso. Pero yo tenía que volver
aquí, tenía que volver para ver quién
seguía con vida. Y además todo lo que
yo poseía en el mundo estaba aquí. Cuando
volví en el 94, se calculaba que había
unos 300 mil niños perdidos. Perdidos o huérfanos.
Eso me destrozó el corazón. Y como yo
siempre había querido tener niños, esta
vieja casa me brindaba la posibilidad de recogerlos
y cuidarlos. La historia de los niños del genocidio
es tremenda. La mayoría vio como mataban a sus
padres. Es tan horroroso que parece increíble.
Nunca imaginé que aquí pudiera haber un
genocidio. Porque conocía a hutus que no eran
capaces de matar a sus cabras... ¿Cómo
pudieron convertirse en asesinos? Es algo que nunca
entenderé. Pero también tenemos niños
de la otra etnia.. En enero del 98 me fui de aquí
con 60 niños. Y cuando llegamos a Gisenyi me
entregaron 23 niños más, todos hutus,
cuyos padres habían sido asesinados por los tutsis
en esta zona. Asesinaron a más de dos mil. Y
esos niños también vieron como mataron
a sus padres. Uno me contó que los soldados fusilaron
delante de su casa a diez miembros de su familia. Me
dijo ‘lo vi todo por la ventana.’ Y lo contaba
como si no fuera nada especial. Hasta que de repente
dijo ‘mataron a mi abuelo’. Y entonces empezó
a llorar sin parar. Lo había recogido la Cruz
Roja en la carretera, cuando iba huyendo hacia Gisenyi.
Llevaba a un hermano suyo, un bebé, en la espalda,
y otro hermano pequeño iba cogido de sus pantalones.
PREPARACION DE RAMOS DE FLORES.
Los únicos ingresos de la señora Carr
provienen de la producción de flores, que suelen
comprarle las embajadas en Kigali. Una actividad escasamente
rentable, pero que le permite cubrir los gastos de su
granja.
ROSAMOND CARR
Estas flores son para la tumba de Diane Fossey. No es
el ramillete más bonito, pero lleva flores que
duran, que no se marchitan tan pronto.
VICENTE ROMERO
¿El dinero que gana con las flores va para el
orfanato?
ROSAMOND CARR
No, ni un céntimo. Porque lo que se gana con
las flores es muy poco. No podríamos mantener
a más de cuatro huérfanos con el dinero
que gano con las flores.
VICENTE ROMERO
¿Qué hace este soldado aquí dentro?
ROSAMOND CARR
Era uno de mis niños. Me escribió una
carta hace más o menos un mes, en la que me decía
‘la última vez que usted me vio yo era
un niño pequeño, ahora ya soy un hombre’.
Y ha venido ya dos veces a verme.
EN EL EXTERIOR DE LA CASA
La lucha por sacar adelante un orfanato hizo que Rosamond
Carr encontrara otro motivo para seguir viviendo, y
permitirá que su aventura africana se cierre
con la satisfacción de haber dedicado sus últimas
fuerzas --y toda su capacidad de amar-- a los más
indefensos entre los perseguidos de Ruanda.
ROSAMOND CARR
Me di cuenta de que los niños que habían
vivido aquel drama necesitaban amor, que los abrazaran,
sentir que alguien se preocupaba de verdad por ellos.
Así que todas las mujeres que trabajaban conmigo
se repartieron los niños entre ellas. Cada madre
se responsabiliza de ocho o nueve niños, que
les llaman mamá.
VICENTE ROMERO
Y ahora, ¿qué le pediría usted
al futuro?
ROSAMOND CARR
¿Futuro?... No tengo mucho futuro por delante.
Pero desearía saber que el orfanatos continúe
su tarea, que los niños pueden terminar sus estudios...
algunos son chicos brillantes, y tengo muchas esperanzas
puestas en ellos.
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