Encabezamiento Vicente Romero
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CRÓNICAS EN RNE


HISTORIAS MÍNIMAS:


37. "¿Cuántos niños murieron de hambre mientras la ONU discutía cómo evitarlo?". 27/9/2005

Los economistas de Naciones Unidas, designados para urdir los planes del Milenio, permanecen largas horas sentados planteando posibles soluciones para terminar con la pobreza en el mundo, y debatiendo el ritmo con que tales fórmulas mágicas deberían de ser aplicadas. Los redactores de Naciones Unidas, encargados de dar forma al ambicioso programa que pretende acabar con el hambre, invierten interminables jornadas de trabajo adornando con adjetivos el sinfín de considerandos y conclusiones de la propuesta. Un bienpagado ejército de especialistas, técnicos, asesores y consultores de Naciones Unidas retocan el texto, buscando facilitar el mayor consenso político. Decenas de altos funcionarios de Naciones Unidas lo repasan y discuten limando posibles aristas. Los responsables de las Agencias de Naciones Unidas concernidas lo estudian, calibrando los problemas que generará. Los jefes de cada Delegación, los Embajadores de cada país, los Ministros de Asuntos Exteriores y de Economía de cada gobierno, los Presidentes y Jefes de Estado, reunidos antes y durante la Asamblea General de Naciones Unidas, lo examinan, discuten, califican y critican, para acabar decidiendo que lo mejor será echar agua al vino. Al final, los esperados planes del Milenio proponen luchar contra la pobreza a base de limosnas, de recetas morales, y de alimentar con buenas palabras las magras esperanzas de la famélica legión mundial, manteniéndola silenciosamente sometida a los mecanismos económicos que producen la impotencia y generan la pasividad.

Entretanto, la Prensa de todo el mundo publica, las estadísticas oficiales que sirven de base a tantas jornadas de estudio y debate. Los datos actualizados aseguran que un niño muere de hambre cada tres segundos; es decir, que 20 niños mueren de hambre cada minuto, 1.200 niños mueren de hambre cada hora, 28.800 niños mueren de hambre cada día, 201.600 niños mueren de hambre cada semana, 10.512.000 niños mueren de hambre cada año... ¿Cuantas jornadas de cuántas horas, cuantas semanas, cuantos meses y cuantos años han invertido las Naciones Unidas en esos frustrados y frustrantes planes del Milenio? ¿Cuantos niños han muerto de hambre a lo largo de ese inútil proceso? ¿A cuanto has ascendido los sueldos, dietas, gastos de viaje, etcétera de cuantos han intervenido? La estadística no puede ser acusada de demagogia. ¿Cuánto vale cada una de las vidas humana despilfarrada entre tanto tiempo y esfuerzo perdidos? ¿Cuánto habría costado salvar a esos millones de niños que han muerto de hambre sin saber que las Naciones Unidas hacían planes para luchar contra la pobreza?

No me imagino a los bomberos sentados cómodamente ante un incendio, analizando cómo acometer el fuego, qué medios emplear contra las llamas y cuando comenzar el proceso de extinción. Ojalá que los bomberos se ocuparan de solucionar los problemas de la pobreza y el hambre en el mundo. Y que los altos funcionarios de todos los gobiernos enriquecidos que se sientan en la ONU vieran arder sus casas y oficinas, mientras perdían el tiempo evaluando del impacto económico del imprescindible gasto en escaleras, mangueras o extintores, tratando de alcanzar un acuerdo sobre el modo de emplearlos y fijando una fecha idónea para que los rescoldos dejaran de humear.
 

 
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Última actualización:
01-Mar-2006
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