HISTORIAS
MÍNIMAS:
21.
Venganza contra Somali Mam 23/5/2006
Esta
historia de una venganza es también la historia
del dolor de una buena amiga: Somaly Mam, sobre quien
he escrito mucho y he hecho algunos reportajes en televisión.
Recordemos su figura: Somaly, mujer camboyana de gran
atractivo personal, cuya imprescindible tarea social
fue reconocida con un Premio Príncipe de Asturias.
Vendida a los 14 años en matrimonio, acabó
pasando largos años en prostíbulos, golpeada,
torturada, drogada, vejada, vendida de un proxeneta
a otro como ganado humano, Somaly cuenta haber presenciado
el asesinato de alguna compañera de infortunio
que se resistía, que se negaba a obedecer a sus
‘propietarios’. Finalmente, Somaly conoció
a un cooperante extranjero que la ayudó y encontró
la oportunidad de escapar de aquel infierno. Cuando
logró estabilizarse, inició una dura e
interminable pelea contra la prostitución: investigó,
denunció y persiguió a los proxenetas,
especialmente a los dedicados al comercio con niñas,
con el objetivo de impedir que miles de muchachas vivieran
la misma pesadilla que ella. Creó albergues para
chicas rescatadas de los prostíbulos, abrió
talleres de formación con canales de producción
y de comercio justo, en un esfuerzo admirable que le
valió amenazas y agresiones, incluso el incendio
de su casa. Meses atrás, una banda de traficantes
de mujeres asaltó uno de los centros de acogida
de Somaly, para recuperar lo que consideraban objetos
de su propiedad, secuestrando a las pobres chicas
que allí habían encontrado refugio.
Ahora la venganza ha ido más lejos. Somaly tiene
varios hijos. La mayor, Nieng, una niña adoptada
que tendrá unos quince o dieciséis años.
(En Camboya es muy complicado establecer la edad: las
familias más pobres no inscriben los nacimientos
de sus hijos; y, además, se considera como primer
año de vida los nueve meses de embarazo.) Nieng
fue recogida por Somaly cuando tenía unos ocho
años, y salvada de acabar en un prostíbulo,
en un país donde la pederastia es un floreciente
negocio. Contra ella se ha dirigido la venganza de las
mafias de proxenetas. Hace un par de semanas fue secuestrada.
Parece que la niña ligó con un chaval
de unos 17 años, y quedó para salir con
él sin que lo supiera su madre. Una travesura
romántica que le costó muy cara. Dicen
los vecinos que vieron como la metían a empujones
en un coche. Y Nieng desapareció. La buscaron
por todas partes. Finalmente, más de una semana
después, fue localizada en la ciudad de Battambang,
unos 300 km. al oeste. Estaba encerrada en un prostíbulo,
drogada hasta el punto de no recordar quien era ni qué
le había ocurrido. Pero conservaba su teléfono
móvil. Y en su memoria estaban grabadas numerosas
imágenes dolorosas: fotografías de las
muchas violaciones que había sufrido desde su
secuestro.
Nieng
ha vuelto a su hogar, destrozada. Somaly conoce muy
bien lo que ha pasado su hija, porque tiene el cuerpo
y el alma lleno de cicatrices causadas por el mismo
tipo de heridas. Ha sufrido un golpe personal muy duro.
Pero no ha interrumpido sus actividades. Más
que nunca, está determinada a continuar su lucha.
Y lo afirma llorando, con los dientes apretados. Yo
he querido contarlo para contribuir a denunciar esta
enésima canallada. Para que lo sepan quienes
planeen sus vacaciones en Camboya --que es un país
maravilloso, imprescindible para quienes deseen conocer
los encantos de Asia-- y sientan la tentación
de comprar carne humana en los prostíbulos de
Phnom Penh, donde sigue habiendo muchas crías
como la hija de Somaly Mam.
Los liquidadores de Braun
23/5/2006
Como
se hacía antiguamente en la radio, quiero
saludar a un grupo de amigas desconocidas: las
trabajadoras de la fábrica de planchas Braun
en Cataluña, que acaban de ser víctima
de una banda de deslocalizadores y liquidadores. Esa
subespecie laboralmente asesina de economistas sin alma,
cuya conciencia no es más que una hoja de beneficios
guardada en una caja fuerte, anida bajo las mesas de
los consejos de administración de las grandes
empresas y del propio Estado, en la SEPI. Y algunos
de sus integrantes acaban de cargarse los puestos de
trabajo de la fábrica de Braun, desde cuyo tajo
nos escuchaba un grupo de mujeres. Para ellas, un abrazo
fuerte solidario.
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