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EN PORTADA



REPORTAJE

36. ‘UTOPÍA Y TERROR’ (Los jemeres rojos). Duración: 45 min. 7/3/2005

TURISTAS EN LOS TEMPLOS DE ANGKOR.

Los templos de Angkor, vestigios del antiguo imperio jemer, simbolizan el pasado glorioso de Camboya. Pero el viejo esplendor de esta mítica ciudad perdida --convertida en uno de los mayores atractivos turísticos de Asia-- queda demasiado lejos en la memoria colectiva. Y a lo largo de las últimas décadas sus piedras han sido testigos de una interminable tragedia.

ARCHIVO: GUERRA EN ANGKOR. BOMBARDEOS MASIVOS. GUERRILLA DE LOS JEMERES ROJOS.

Siete lustros atrás, el contagio de los combates en Vietnam inició una larga espiral de violencia política. Durante cinco años Camboya vivió el tormento de una guerra civil, patrocinada por Estados Unidos, cuyos bombarderos no lograron impedir el triunfo de los jemeres rojos, una guerrilla comunista apoyada por China. Y el mundo, que contempló aquel conflicto como otra lucha entre David y Goliat, saludó esperanzado la llegada de la paz en abril de 1975.

VICENTE ROMERO (enviado especial a Camboya)
Nadie sospechó entonces que, con el final de la guerra, iba a comenzar uno de los periodos más trágicos y políticamente más oscuros en la historia del siglo XX. Porque Pol Pot y los jemeres rojos crearon un régimen de terror cuya naturaleza aberrante no sería desvelada hasta cuarenta y cuatro meses más tarde: cuando perdieron el poder se abrieron las puertas de Camboya y se pudo comprobar que el país entero se había convertido en un enorme campo de extermino.

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Rótulos:

UTOPÍA Y TERROR (LOS JEMERES ROJOS)

Guión: VICENTE ROMERO

Realización: J. CARLOS RIBAS

Imagen: JESUS MATA

Sonido: FERNANDO GARCÍA BRIOLES

Montaje vídeo: PACO ROZAS

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ACTIVIDAD EN EL CENTRO DE PHNOM PENH.

Camboya intenta emular a los llamados dragones asiáticos que la rodean, soñando con que un capitalismo salvaje la saque de la miseria que atenaza sus destinos. Su principal pesadilla actual es la profunda pobreza que sufre la mayoría de su población. Pero las raíces de su fragilidad como nación se encuentran en su reciente pasado turbulento.

ARCHIVO: GUERRA DE VIETNAM.

La maldición política de Camboya comenzó cuando los norteamericanos extendieron sobre ella la guerra que estaban perdiendo en Vietnam, obstinados en una política que les hizo cometer las mayores atrocidades en el sudeste asiático.

ARCHIVO: GOLPE MILITAR EN CAMBOYA. SIHANUK EN MOSCÚ Y PEKIN. GUERRA.

En 1970, patrocinaron un golpe militar para reemplazar con una dictadura al régimen paternalista del príncipe Norodom Sihanuk, que había logrado mantener la neutralidad en uno de los principales escenarios de la guerra fría. Los centuriones del mariscal Lon Nol tomaron el poder mientras Sihanuk visitaba la unión Soviética. Enseguida, China acogió al príncipe depuesto y lo invitó a encabezar una guerrilla maoísta que Pekín impulsaba. La rebelión armada se intensificó y Camboya quedó sumida en una sangrienta guerra civil.

ARCHIVO: GUERRILLA DE JEMERES ROJOS. SIHANUK LOS VISITA EN LA SELVA.

Sihanuk actuó como un aprendiz de brujo. Visitó en la selva a los guerrilleros que pocos años había reprimido, caracterizándolos como jemeres rojos. Pero ni siquiera sabía quienes eran sus dirigentes, ya que los comunistas camboyanos mantenían un secretismo impenetrable. El príncipe esperaba de ellos un régimen socialista moderado, y se vería sorprendido por su extremismo maoísta.

ARCHIVO: BOMBARDEOS NORTEAMERICANOS. CERCO DE PHNOM PENH. FINAL DE LA GUERRA.

Los ataques norteamericanos sobre Camboya fueron despiadados: en 1973 los bombarderos actuaron durante 160 días y noches, arrojando más de medio millón de toneladas de explosivos que destrozaron las infraestructuras del país y causaron decenas de miles de muertos. Sin embargo, no lograron impedir que la dictadura militar se desplomara. Y el 17 de abril de 1975 los jemeres rojos tomaron la capital, abarrotada por más de un millón de campesinos desplazados.

FRANÇOIS PONCHAUD (sacerdote e historiador)
Todo el mundo aplaudía al ejército de Lon Nol que se rendía. Después a partir de las diez de la mañana, un verdadero telón de plomo cayó sobre la ciudad. En todos los cruces había grupos de jemeres rojos, tres, seis o nueve, uniformados de negros o uniformados de gris, con fusiles AK 47 en las manos, que comenzaban a registrar todos los coches. Con mi coche lleno de jemeres rojos, ya que llevaba 6 ó 7 en mi coche, les hice visitar la ciudad. Les decía ‘esa es la casa de Long Boret el antiguo primer ministro, esa es la casa de la reina’. Y miraban con los ojos como platos la casa de la reina. ‘Ahí está el monumento a la independencia, eso es el palacio real.’ ‘¡Oh, que bonito es el palacio!’. No habían visto nada.

FRANÇOIS PONCHAUD EN SU DESPACHO. ARCHIVO 1975: EMBAJADA Y EVACUACIÓN

François Ponchaud, sacerdote francés con larga experiencia en Indochina, representó ante el gobierno de Pol Pot a los extranjeros que, tras haber sido testigos de la caída de Phnom Penh, quedaron confinados durante tres semanas en la Embajada de Francia hasta ser conducidos por los jemeres rojos a la frontera con Tailandia.

FRANÇOIS PONCHAUD (sacerdote e historiador)
Hacia las once supimos que los jemeres rojos hacían marchar a los cham, es decir a los musulmanes, desde la capital hacia el campo. Después comenzaron a evacuar a todos lo heridos y los enfermos. Yo vi con mis propios ojos a heridos y enfermos partir pasando delante de mi casa, sin piernas o brazos, partir fuera de la ciudad. A partir de la una del medio día ya se dio una orden general: ‘partir, salid, salid rápido; los americanos van a bombardear la ciudad; no hace falta que cerréis las puertas, porque en pocos días regresareis.’ Prácticamente al anochecer, desde las dos del medio día hasta la noche, tres millones de personas salieron de la ciudad. Fue realmente terrible e increíble.

PRAKAT YOU EN SU CASA.

Prakat You, trabajadora social perteneciente a la clase media, tenía veinte años cuando vivió la evacuación de Phnom Penh. Caminó durante veintiún días para llegar a su destino: una comuna rural en la provincia de Kompontón, donde habría de permanecer más de tres años.

PRAKAT YOU
En la ruta había mucha gente, la carretera estaba abarrotada de gentes que no sé de dónde vendrían. Había enfermos, mujeres que acababan de parir... todos ellos tratando de avanzar por la carretera. Vimos muchos muertos en las cunetas. Pero todo el mundo andaba y andaba sin detenerse. Durante el camino nos dijeron que si alguno era funcionario debía inscribirse en una lista y regresar a Phnom Penh para trabajar. Mi hermano con algunas otras personas, varios compañeros, se inscribieron. Después no volvimos a verlos. Los mataron. En mi propia familia, hubo una treintena de muertos durante el régimen de los jemeres rojos. Y todos fueron asesinados.

FRANÇOIS PONCHAUD (sacerdote e historiador)
Entonces un jemer rojo nos ofreció una explicación: dijo que en las ciudades no se cultiva arroz para comer, sino dinero y corrupción. Y que la gente debía ir al campo y cultivar el arroz que se comieran. Tenían que saber que los camboyanos nacen de un grano de arroz, viven del arroz. Y hacía falta que todas las gentes de Phnom Penh renacieran, tras tomar un baño de juventud en el campo. Se trataba de una utopía revolucionaria que solo los jemeres rojos comprendían, y que acaso provenga de la teoría del buen salvaje, de Rousseau y la revolución francesa: el hombre es bueno, y tiene que regresar a la Naturaleza para volver a ser bueno.

PHNOM PENH VACÍO EN 1977. COMUNAS.

Aunque no existan imágenes de aquel trágico éxodo, sí las hay de la capital con sus calles vacías. Durante más de tres años las ciudades quedarían despobladas, sin que casi nadie utilizara sus recursos, con militares y funcionarios del Estado como únicos habitantes. Repartida entre miles de comunas agrarias, la población urbana fue sometida a un régimen de terror y trabajos forzados, conforme a tesis maoístas extremas que ni siquiera se aplicaron en China durante la revolución cultural.

PRAKAT YOU
Los vecinos de la aldea me dijeron en secreto que no debíamos decir la verdad. Que había que ocultar las historias de cada uno. Y así lo hicimos en nuestra familia; mi padre no dijo que era profesor; yo dije que trabajaba como mujer de la limpieza para una familia. Dos o tres veces al mes, cuando todo el mundo estaba trabajando, el jefe de la aldea entraba en las casas para registrarlas y ver si guardábamos arroz o teníamos cualquier otra propiedad familiar. Teníamos miedo. Todas las noches pasábamos miedo, porque no sabíamos si se nos iban a llevar. En nuestra aldea a las cinco de la mañana es cuando pasábamos más miedo, cuando llamaban a la puerta y nos decían que teníamos que levantarnos para ir a trabajar. Porque cuando decían que alguien no fuera a trabajar, que lo iban a enviar fuera, se acabó. No volvía nunca.

MY SAMEDI EN SU DESPACHO DE CRUZ ROJA

My Samedy fue el primer camboyano que se doctoró en Francia. Decano de la Facultad de Medicina y Secretario General de la Cruz Roja, sus conocimientos fueron despreciados por el régimen de Pol Pot.

DR. MY SAMEDI (Sec. Gran Cruz Roja)
No reconocían la profesión médica. Se nos dijo ‘aquí no hay facultades universitarias, no hay médicos ni ingenieros; todos son pueblo para trabajar la tierra.’ Solo agricultores. Además de los llamados curanderos tradicionales, que había uno en cada comuna, estaban también los enfermeros jemeres rojos que no sabían casi nada. Tenían un botiquín y daban los medicamentos identificándolos por el color de sus envases: rojo, blanco, etcétera.

ARCHIVO: COMUNAS AGRARIAS EN 1977.

Se abolió toda cultura que no fuera la ancestral. Las ciencias modernas fueron despreciadas, se prohibió leer y se persiguió a cuantos tuvieran estudios, creyendo facilitar así el nacimiento de una nueva sociedad basada en la pureza de los analfabetos.

DR. MY SAMEDI (Sec. Gran Cruz Roja)
Se nos dijo que en primer lugar estaban las gentes de base; en segundo lugar estaban los de una segunda categoría próximos a ascender a gentes de base y eran muy considerados por el Angkar, la máxima autoridad política, que les daba una preparación para ascender a gentes de base. Y por último, estábamos los llamados “gentes del 17 de abril”, que éramos los evacuados de las ciudades, los condenados a quienes se les llevaba a no se sabía dónde. Las gentes de base tenían derecho a hablar con las autoridades, también tenían derecho a descansar cuando estaban enfermos, mientras que las gentes del 17 de abril debíamos continuar trabajando. Y las raciones de comida tampoco eran las mismas.

PRAKAT YOU
Cada diez o quince días nos daban una jornada de descanso. Pero no le llamaban jornada de descanso, sino jornada de mitin. Pero nos reunían a todos en asamblea, y después el jefe de la aldea y también algunos personajes con mando que venían a hablarnos nos daban una charla doctrinaria.

DR. MY SAMEDI (Sec. Gran Cruz Roja)
No teníamos ningún derecho. Nos limitaban incluso por donde podíamos pasear. Solo podíamos ir al campo acompañados por el jefe de la aldea, nos llevaban a trabajar fuera de la aldea, pero no podíamos pasear libremente por ella, ni siquiera a 500 metros de nuestra casa. (...) Los que llevaban gafas fueron todos asesinados. En mi aldea, en mi comuna, muy pocos se atrevieron a ponérselas. Como lo sabíamos, rompimos y escondimos las gafas.

ARCHIVO: COMUNAS. PRESA DE COMPING YOU.

Con el fin de crear una economía autárquica basada en la agricultura, los jemeres rojos emprendieron la construcción de una gigantesca presa para regular los arrozales del noroeste de Camboya. Fue una obra faraónica, por sus dimensiones y por el sistema de trabajo. Pero no logró el objetivo de triplicar la producción. Aun así, el gobierno aumentó las exportaciones de arroz, y el hambre dejó sentir sus efectos mortíferos.

CHAN CHORN CON SU FAMILIA, EN SU CASA.

Chan Chorn es un empresario agrícola que vive libre de angustias económicas, cultivando las tierras de su propiedad. Sin embargo, recuerda con nostalgia los años en que fue jefe militar de una comuna de los jemeres rojos.

CHAN CHORN (ex jefe de comuna)
La vida en la comuna era igual para todos: consistía en producir arroz y asegurarnos al menos una sopa de arroz para comer. Teníamos que organizar la traída de agua, vigilar que nunca faltara en los arrozales y cuidar los pozos. Todo era de uso común y todos comíamos de la misma olla. No se podía tener ninguna propiedad privada. Solo una cuchara para comer. Todo lo demás debía ser compartido. Hubo gente que se debilitó por la escasez de comida, y murió en el hospital. También murieron muchos de los que cavaban las acequias, porque los guardianes les golpeaban.

VR: ¿Sabe usted quienes eran Mao Zedong, Carlos Max, Lenin...?

CHAN CHORN (ex jefe de comuna) (ríe) No. De esos políticos extranjeros nunca he sabido más que los nombres. Yo sólo conocía a nuestros dirigentes locales.

PRAKAT YOU
El jefe de la aldea vino a mi familia y dijo esta chica, mi sobrina, que se llama Rith, debe casarse con ese chico. Nosotros no sabíamos que hacer. No teníamos libertad de escoger. Le dio unas ropas negras, todas negras y nuevas, para que se vistiera. Y dijo que ella debía ir a un lugar que el jefe de la aldea había fijado. Después, cuando regresó, mi sobrina nos contó que habían casado a 31 parejas. Había una mesa y tenían que formar cola hasta llegar a ella. A un lado las mujeres y al otro los hombres. Quienes quedaban enfrentados eran marido y mujer.

CHAN CHORN (ex jefe de comuna)
Sí, todas las bodas eran organizadas por el comité del pueblo o del distrito. Y entonces casarse era mucho más fácil. Porque ahora los novios tienen que enamorarse y en los matrimonios intervienen también sus familias. Entonces, no. Cogíamos a diez chicos y diez chicas y los emparejábamos. Ni siquiera hacía falta que tuvieran casa propia. Los juntábamos y ya estaban casados: ya eran marido y mujer.

NUTH POMBORITH
El jefe de la comuna dijo que tenía que casarme. Yo no quería, me resistía a casarme con un desconocido. Pero me obligaron. Una tarde el jefe de la comuna vino a mi casa y le comunicó a mi madre que a la mañana siguiente se celebraría una boda colectiva y yo sería una de las novias, amenazando con matarme si volvía a negarme. No tuve más remedio que presentarme. A mí me toco el puesto número trece, el penúltimo de la fila. Y a mi lado pusieron al que iba a ser mi marido. Lo conocía de verlo por la aldea y él siempre me miraba; pero a mí él no me gustaba. Y nos casaron.

KRAMOM PHAUY
Entonces ella tenía 17 años y yo 24.

NUTH POMBORITH
Al principio no quise acostarme con él porque era hacerlo con un desconocido. Pero el jefe de comuna dijo que me matarían no cumplía mis obligaciones de esposa... Sin embargo, lo más absurdo era que separaban a los matrimonios: nos mandaban a trabajar alejados y sólo pasábamos una noche juntos cada diez días, en la jornada de descanso.

IMÁGENES DE FAMILIA

El máximo aprovechamiento de las fuerzas para el trabajo chocaba con el empeño oficial en fomentar la natalidad, que en algunas comunas llegó al extremo de controlar las menstruaciones y aparear a los matrimonios en sus días fértiles.

Obligados a casarse hace 28 años, Phauy y Pomborith tuvieron siete hijos y se mantienen unidos tras haber afrontado las mayores dificultades.

NUTH POMBORITH
Durante el régimen de Pol Pot pasamos mucho miedo. Al principio había cerca de 70 familias en la comuna; y al final quedamos sólo 27. Muchos murieron por enfermedades o hambre, pero otros desaparecieron a manos de los vigilantes. Una noche se llevaron a los vecinos de al lado. Los oímos gritar, pidiendo socorro. Después no pudimos dormir en varias noches.

KIKE FIGAREDO HABLA CON UNA CAMPESINA.

El jesuita español Kike Figaredo, obispo de Battambang, visita a los muchos olvidados de su diócesis que, con tres millones y medio de habitantes, tiene una extensión semejante a la de Portugal.

YEIY HO
Los jemeres rojos me separaron de mi esposo, que era militar y durante la guerra había sido su enemigo. También me quitaron a mi hijo mayor. Y me mandaron con mis otros cuatro hijos a una comuna. Mis recuerdos son muy dolorosos. Mis dos niñas pequeñas se murieron en mis brazos. Porque no tenía leche para darles y casi no había qué comer. Pero encontré gente muy buena que me ayudó. Algunos llegaron a robar comida para dármela, sobre todo leche y maíz para las niñas. Pero no conseguimos que sobrevivieran. Después tuve tres hijos más, porque creí que mi marido había muerto y, sin saber que estaba vivo, me casé otra vez.

KIKE FIGAREDO CON CAMPESINOS

Figaredo, que lleva más de veinte años trabajando en Camboya, ha escuchado miles de testimonios de su tragedia histórica y conoce profundamente la idiosincrasia del país.

KIKE FIGAREDO (Obispo de Battambang)
Hay un algo dentro de la experiencia comunitaria en Camboya que está roto en el corazón y se manifiesta de muchas maneras: podemos tener la falta de compenetración familiar o la falta de creencia en las instituciones que se estás intentando recuperar. O sea, el fiarte de un profesor, el fiarte de la policía, el fiarte del alcalde del pueblo. Eso está todo roto. Y está roto en el corazón de la gente porque en los años del terror de Pol Pot nadie se podía fiar de nadie para sobrevivir. Y ahora eso ha quedado marcado. Y aunque los niños y los jóvenes de hoy en día no han vivido directamente los años de Pol Pot, los han vivido indirectamente a través del veneno que la revolución dejó en el corazón de la gente.

MONJES EN LA PAGODA DE ANVAN CHHOW. ARCHIVO: PAGODAS DESTRUIDAS

Los jemeres rojos prohibieron cualquier forma de religión, pese a que su Constitución proclamara ‘el derecho de creer en Dios’. Durante la guerra utilizaron el igualitarismo budista para ganarse al campesinado, pero después cerraron las pagodas y decapitaron las efigies de Buda.

VOAL CHAM (monje)
Bajo el régimen de Pol Pot no había libertad para rezar. Los monjes tuvimos que dejar los monasterios, nos quitaron las túnicas y las quemaron en hogueras. Nos obligaron a vivir como campesinos, en las comunas. A los que rezaban los golpeaban hasta matarlos. Yo rezaba en secreto, interiormente, sin hacer ruido ni quemar incienso, con mucho miedo de que me descubrieran y me apalearan. Trabajábamos más de diez horas al día y para comer nos daban solamente sopa de arroz, poca y mala.

FRANÇOIS PONCHAUD (sacerdote e historiador)
En los primeros momentos mataron a todos los dignatarios budistas. Desde enero de 1976 enviaron a los bonzos a trabajar como campesinos, igual que todo el mundo, y las pagodas se convirtieron en silos o en almacenes donde depositar las armas o las cosechas. Los cristianos no fueron perseguidos por los jemeres rojos, como se suele creer. Los únicos verdaderamente perseguidos, a la vez por su fe y por su particularismo, fueron los musulmanes. Que son de la etnia cham, no son jemeres sino chams y tienen sus particularismos; por ejemplo, rehusan comer carne. Y los jemeres rojos no los aceptaban porque tenían una ideología muy estrecha. Todo el que no pasaba por ella debía ser asesinado.

ARCHIVO: BANCO DINAMITADO. PHNOM PENH VACÍO. IMÁGENES DE POL POT.

El dogmatismo hizo que, además de abolir la propiedad, se eliminara el dinero y el edificio del Banco Central fuera dinamitado. Se suprimieron los medios de comunicación, el teléfono y el correo. Desaparecieron todos los transportes y se prohibieron los desplazamientos. Nadie sabía quienes dirigían aquella revolución alienada, que inmoló a la séptima parte de la población de Camboya, hasta que se dio a conocer la figura de Pol Pot: un oscuro personaje que estudió en Francia, cuyo verdadero nombre era Saloth Sar, y estaba fascinado por los poemas de Verlaine, los textos de Mao y los métodos de Stalin.

ARCHIVO: SIHANUK CON LOS JEMERES ROJOS

Los jemeres rojos mantuvieron seis meses a Sihanuk como ficticio Jefe del Estado. El príncipe permaneció incomunicado en el Palacio Real hasta que, en 1978, volvió al exilio y denunció las atrocidades de Pol Pot.

NORODOM SIHANUK (ARCHIVO 1985)
Quería incluso sobrepasar la revolución cultural china. Era un comunismo extremista. Pero su idea era la idea de un loco. Por eso no triunfó.

NORODOM SIHANUK Y VICENTE ROMERO EN 1985
El terror alcanzó también a la familia real, que perdió a 19 de sus miembros, asesinados por los jemeres rojos.

NORODOM SIHANUK (ARCHIVO 1985)
Los enviaron en 1976 a lo que denominaban las cooperativas. Y, desde entonces, mis hijos y mis nietos, en número de cinco y de catorce, están desaparecidos.

ANTIGUA PRISIÓN DE TOUL SLENG

El denominado terror revolucionario sembró Camboya de presidios y cementerios. Pero la represión política quedó centralizada en un colegio de la capital, en Toul Sleng. En sus archivos figuran los datos de 15.000 detenidos, de los que tan solo siete salieron con vida.

VANN NATH CONTEMPLA SUS CUADROS EN TOUL SLENG

El prisionero Vann Nath fue uno de los pocos que se libró de la muerte. Al saber que era pintor, le encargaron un retrato de Pol Pot. Y sobrevivió más de un año encarcelado haciendo efigies del dictador. Sus obras posteriores denunciarían los horrores que presenció.

GNEM EN PASEA ENTRE LAS FOTOGRAFÍAS.

Gnem En, uno de los seis fotógrafos oficiales de Toul Sleng, retrató el terror de los prisioneros poco antes de que fueran asesinados. Combatiente desde 1972, fue designado militante ejemplar de los jemeres rojos y enviado a China para estudiar fotografía.

GNEM EN (fotógrafo de Toul Sleng)
En algunas ocasiones sentí piedad por los prisioneros que fotografiaba. Me daban pena. Pero entonces no había lugar para los sentimientos. Imperaba la ley de los jemeres rojos y había que respetar sus reglas si no se quería morir. Yo tenía que separar mi trabajo de mis sentimientos, limitarme a fotografiar a los prisioneros. Después se los llevaban y lo que hicieran con ellos no era asunto mío, sino responsabilidad de otros. Cada uno cumplía su tarea, sin hacer comentarios. Yo era muy joven. Y tenía que hacer lo que me mandaran. Entonces no había leyes, ni se podía opinar. Aquello era el reino del mal.

FOTOGRAFÍAS DE PRISIONEROS.
(Sin relato alguno)

GNEM EN (fotógrafo de Toul Sleng)
Algunos prisioneros me contaban sus historias. Muchos eran simples campesinos y no sabían qué faltas habían cometido. Los detenían porque alguien los había denunciado: unos acusaban a otros, y eran detenidos sin que ellos supieran por qué. Me ordenaron que no sintiera nada por ellos ya que eran traidores, contrarios a la revolución. Cada uno tenía que cuidar de su propio pellejo. Y el pellejo de los prisioneros era cosa suya, no mía.

MEMORIAL DE CHOEUNG EK.

Los presos eran ejecutados a una quincena de kilómetros de Phnom Penh. De las fosas comunes abiertas en Choeung Ek fueron exhumados unos 20.000 cadáveres. Los huesos se exhiben apilados en un enorme memorial político, convertidos en siniestra atracción para el turismo.

IMÁGENES DE ARCHIVO: INVASION VIETNAMITA.

Los 44 meses de terror de los jemeres rojos finalizaron en enero de 1979, cuando una invasión de tropas vietnamitas derribó al régimen de Pol Pot. El nuevo gobierno, formado por comunistas prosoviéticos, se encontró ante una situación caótica: el Estado no existía y la sociedad se había desintegrado.

IMÁGENES DE SUPER 8: FRONTERA DE VIETNAM, COMUNAS RURALES; CENTRO DE PHNOM PENH, ISLA DE LA MUERTE; COCHES ABANDONADOS; UNA BODA, FESTEJOS Y MUSICOS.

Cuando los periodistas pudimos escribir otra vez desde Camboya, nuestras crónicas hablaron de un país devastado. Los campesinos que entonces filmamos, vestidos aún con los ropajes impuestos por los jemeres rojos, empezaban a comerciar con alimentos aunque todavía utilizaban el arroz como medida de trueque.

En las calles semivacías de Phnom Penh las gentes retornaban a los hogares que hubieron de abandonar cuatro años atrás. El mercado central seguía cerrado pero en sus alrededores rebrotaban los tenderetes. Los monjes recuperaban sus hábitos y reabrían los templos, donde los creyentes imploraban tiempos mejores. Una tarde, cruzamos las aguas del Mekong hasta la isla de Koh Kor donde se ocultaban las fosas comunes de otro centro de exterminio.

Los restos de automóviles, prohibidos durante el régimen de Pol Pot, yacían en las cunetas. Y en el campo se reemprendían los cultivos, interrumpidos por el regreso de gentes de las comunas a las ciudades. En una aldea de Kandal, asistimos a la primera boda por amor tras años de matrimonios forzosos. Recuperados los antiguos ritos, la fiesta se celebraba con las danzas y las músicas tradicionales, que expresaban la alegría de los más humildes.

ARCHIVO: GUERRA CIVIL. RETIRADA VIETNAMITA. ACUERDO DE PAZ EN PARIS. ELECCIONES.

Una pesadilla había terminado, pero comenzaba otra. Porque la invasión extranjera unió a los jemeres rojos, la derecha nacionalista y los monárquicos en un frente que, encabezado por Sihanuk, combatiría contra las tropas de Vietnam durante diez años.

Las fuerzas de ocupación se retiraron en 1989, tras haber sufrido 25.000 muertos y 55.000 heridos. Pero la guerra continuó hasta que, dos años después, la Conferencia de Paz en París puso a Camboya bajo el control de Naciones Unidas. Regresaron miles de refugiados y en 1993 se celebraron unas elecciones democráticas en las que no quisieron participar los jemeres rojos. Se estableció una frágil democracia y Sihanuk volvió a reinar. Pero Pol Pot mantuvo su desafío guerrillero junto a la frontera de Tailandia.

JUICIO CONTRA POL POT EN ANLONG VENG. MUERTE Y CREMACION DE POL POT.

Las deserciones de sus principales dirigentes debilitaron a los jemeres rojos. Finalmente, en julio de 1997, Pot Pot fue detenido por sus propios soldados y --acusado de ordenar el asesinato de su máximo jefe militar-- condenado por un tribunal popular a prisión perpetua en su domicilio. Ya era un frágil anciano, que decía tener la conciencia tranquila afirmando que ‘violencia y muerte son imperativos revolucionarios’. Murió nueve meses más tarde y tuvo la ceremonia fúnebre digna de un canalla: fue quemado en un colchón, sobre unos neumáticos, el día que se cumplían 23 años de la entrada de los jemeres rojos en Phnom Penh.

VICENTE ROMERO (enviado especial a Camboya)
En Anlong Veng se escenifica la última paradoja de los jemeres rojos. Porque el lugar donde Pol Pot vivió sus últimos meses, donde murió y fue incinerado, se ha convertido en centro de atracción turística, casi en un pequeño parque temático sobre los principales dirigentes de aquella revolución enloquecida y sangrienta.

LUGAR DE LA CREMACIÓN DE POL POT. VIAJE POR CAMPOS MINADOS HASTA EL BUNKER DE POL POT.

Nunca falta quien deposite unas flores o queme incienso ante las cenizas de Pol Pot. Y sus más fieles partidarios acompañan a los visitantes extranjeros a lo largo del camino que, entre terrenos minados, conduce hasta las ruinas del búnker que fue su último refugio militar.

UNOS BUEYES CRUZAN FRENTE A UN AVISO DE MINAS. QUEMA DE RASTROJOS EN LOS MONTES DE PAILÍN.

Las heridas de Camboya se hacen visibles en unas tierras infectadas por millones de explosivos, que todavía amenazan a los campesinos.

La región de Pailín es un espejo de la devastación causada por la guerra. Para pagar sus gastos se esquilmaron los recursos naturales, y donde había espesos bosques hoy se queman sus rastrojos. La mayoría de los mandos intermedios de Pol Pot vive en esta provincia, con la certeza de que la Justicia jamás les pedirá cuentas.

ARCHIVO: PROPAGANDA DE JEMERES ROJOS

Abandonadas las armas tras haber renunciado a las viejas ambiciones revolucionarias, los jemeres rojos evocan con nostalgia cuando intentaron hacer realidad sus absurdos ideales, imponiéndolos a sangre y fuego.

LONG NORIN, ACTUALMENTE, EN PAILÍN.

Long Norin se encargó de atender a Norodom Sihanuk durante el tiempo que el teórico Jefe del Estado permaneció encerrado en el Palacio Real. Convertido en hombre de negocios, minimiza las responsabilidades de quienes, como él, fueron funcionarios de Pol Pot.

LONG NORIN (funcionario de Asuntos Exteriores)
Hubo cosas buenas y cosas malas. Si pregunta usted al pueblo todos le dirán que lo peor del régimen de los Jemeres Rojos fue que muriera gente de hambre, porque se trabajaba mucho pero no había bastante para comer. Lo mejor fue que entonces, a diferencia de hoy, no había robos, violaciones ni las graves enfermedades actuales. Para resumir aquella época en dos palabras, se podría decir que bajo Pol Pot todos éramos como monjes. Estábamos prisioneros de la disciplina de los Jemeres Rojos. Así que todos éramos prisioneros de la disciplina. (ríe)

SENG LY THENG EN SU CASA DE PAILÍN.

Tras haber ejercido la jefatura militar de los jemeres rojos en Pailín, Seng Ly Theng dirige el Departamento de Turismo de la provincia. Sobrino y hombre de confianza de Pol Pot, trata de ofrecer argumentos en defensa del líder al que sirvió como fotógrafo personal.

SENG LY THENG (sobrino y fotógrafo de Pol Pot)
Los tres años y ocho meses que duró el régimen de los Jemeres Rojos no fueron los más felices de Camboya, pero tampoco fue feliz la etapa anterior, durante la dictadura militar y la guerra. No se puede culpar al gobierno de Pol Pot de todo lo que ocurrió. Porque las autoridades de cada provincia tenían el poder de matar también.

LONG NORIN (funcionario de Asuntos Exteriores)
Lo cierto es que el régimen de Pol Pot había emprendido una apertura política poco antes de que lo derribara la invasión vietnamita. Ya había comenzado el regreso de población a las ciudades, e incluso se empezaba a permitir la visita de turistas a los templos de Angkor.

KONG DOEUNGEN LA EMISORA DE RADIO PAILÍN.

Director del Servicio de Información de Pailín y locutor en la radio local, Kong Doeung sufrió el terror de los jemeres rojos cuando su padre fue arrojado a un pozo. Sin embargo, años después, Pol Pot lo escogió para que fuera la voz oficial de su emisora.

KONG DOEUNG (locutor en Pailín Radio)
Los dirigentes de los jemeres rojos eran conscientes de lo ocurrido durante su mandato. Porque en los debates políticos, cuando nos hablaban de lo que no se debía hacer, siempre ponían ejemplos de su gobierno como una experiencia amarga y dolorosa. Decían que habían perseguido el ideal de dar el poder al pueblo llano, al campesinado. Pero que el resultado fue un horror. Y explicaban que había sido culpa suya, no de los campesinos.

SOUN PHOEUNG EN SU CASA DE PAILÍN.

Soun Phoeung también alza su voz en defensa de la utopía polpotista. Durante el régimen de los jemeres rojos perteneció a la primera categoría social, ya que fue dirigente obrera en una fábrica de yute.

SOUN PHOEUNG (ex dirigente obrera)
En nuestra fábrica había más de mil obreros y todos estábamos contentos. Trabajábamos ocho horas, como ahora, y las relaciones laborales eran normales. Los dirigentes nos trataban bien y se ocupaban de nuestras necesidades. Pero creo que los obreros vivíamos mejor que los campesinos. Nos daban mejor comida que en las comunas, y también disponíamos de una buena atención médica.

SENG LY THENG (sobrino y fotógrafo de Pol Pot)
El recuerdo de mi tío Pol Pot lo llevo en el corazón. Siempre me sentí muy cerca de él y nunca olvidaré que me enseñó a amar a los demás y a nuestro país. Lo que vi con mis propios ojos era que amaba a su pueblo, a Camboya. Y supo vivir entre los suyos de forma sencilla y humilde.

KONG DOEUNG (locutor en Pailín Radio)
El Pol Pot que yo conocí y traté era un hombre de carácter dulce y equilibrado, muy agradable y de vida sencilla, que trataba muy bien a sus guardaespaldas y nunca se enfadaba, aunque nos inculcara la doctrina de combatir a los vietnamitas. Nunca creeré las maldades de que lo acusan: que tanta gente muriera de hambre por su culpa, que mandara asesinar a tanta gente... No puedo creerlo.

OFICINAS DEL CENTRO DE DOCUMENTACIÓN. CASA DE IENG SARY EN PHNOM PENH.

Para que nadie pueda negar las evidencias, un Centro de Documentación se encarga de recopilar datos y testimonios sobre el régimen de Pol Pot. Tal vez un día sirvan como pruebas, si llega a constituirse un Tribunal para juzgar los crímenes de los jemeres rojos, como han acordado las Naciones Unidas y el gobierno camboyano.

KEVIN DOYLE (director de Cambodia Daily)
Entrevisté a “Nounh Chea”, que fue el hermano número dos, el vicepresidente de Pol Pot. Dijo que la Revolución fue como un parto, que se vertió mucha sangre pero hubo un bebé precioso al final. Y comentó que estaría encantado de sentarse ante un tribunal para explicarle a todo el mundo lo que pasó durante aquellos años. Pero no disponemos de un tribunal donde sentarlo. El último revés ha sido que la ONU ha dicho que no tiene dinero para organizar un juicio a los Jemeres Rojos. Y estamos en el 2005, ya han pasado 30 años desde la caída de Phnom Penh.

BARRIO POBRE DE PHNOM PENH. NOCHE DE FIESTA EN UN RESTAURANTE.

Que no quepan esperanzas de que la Justicia alcance a alguno de los dirigentes del régimen de Pol Pot, es algo ajeno al interés de la mayoría de los camboyanos, sumidos en una pobreza profunda. Los verdugos no tienen qué temer. Tampoco quieren volver la vista atrás las nuevas clases dominantes, enriquecidas por un capitalismo salvaje y un sistema político corrupto. La mayoría de los jemeres rojos se ha convertido en beneficiaria del despiadado liberalismo económico, y gozan de una vida totalmente opuesta a su antigua utopía.

PRAK KHAN CAMINA Y SE SIENTA PARA HABLAR.

En una zona agrícola alejada de Phnom Penh encontramos a Prak Khan, uno de los esbirros del polpotismo más señalados por haber sido jefe de interrogatorios en Toul Sleng durante más de dos años.
Aunque prefiera esconderse, no necesita hacerlo. Porque nadie le ha pedido explicaciones por los crímenes políticos que cometió. Sin embargo le avergüenza hablar de su pasado y evita hacerlo ante sus vecinos.

PRAK KHAN (Jefe interrogatorios de Toul Sleng)
Mi tarea consistía en interrogar a los prisioneros y torturarlos, pero de matarlos se encargaba otro departamento. Casi todos llegaban llorando y juraban que eran inocentes. Sospechaban que serían ejecutados pero yo les aseguraba que si respondían a mis preguntas podrían volver a las comunas. Así los tranquilizaba para interrogarlos mejor. Pero, en el fondo, ellos sabían que morirían. Murieron todos excepto cinco, cuyo trabajo nos era útil. Los interrogatorios eran muy duros. Para forzar a los presos a hablar les arrancábamos las uñas o les impedíamos respirar. Ahora no comprendo cómo pude actuar con tanta crueldad. No olvidaré aquel horror mientras viva. Se lo he contado a mi esposa y a mis hijos, sin ocultarles nada de lo que hice.

PRAK KHAN HABLA CON VR.

Resultó inútil preguntarle por sus sentimientos durante aquellos años atroces. Parecía un hombre de mármol, incapaz de recordar otra emoción que no fuera su propio miedo a morir.

PRAK KHAN (Jefe interrogatorios de Toul Sleng)
Entonces yo era muy joven. Sólo tenía 20 años cuando nuestros jefes dieron la orden de matar a todos los que no fueran puros e íntegros. En Toul Sleng trabajábamos 30 funcionarios, y sólo yo quedé con vida. Los otros acabaron resultando sospechosos y fueron ejecutados. Yo pasaba mucho miedo y no podía dormir. Porque veía cómo detenían y asesinaban a mis compañeros, acusados de no interrogar bien a los presos y no torturarlos correctamente y no sabía si el próximo detenido sería yo. Algunos prisioneros me suplicaban que los ayudara. Pero si lo hubiera hecho, en vez de torturarlos a fondo, yo también habría sido ejecutado.

PRAK KHAN DESCANSA EN UNA HAMACA.

CREDITOS FINALES:

TVE AGRADECE EL MATERIAL DE ARCHIVO HISTORICO FACILITADO POR LA TELEVISION DE CAMBOYA.

Producción: Carlos JERÓNIMO
Dirección: Juan Antonio SACALUGA

ROTULOS DEL EQUIPO DE ‘EN PORTADA’
 


 
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Última actualización:
21-Mar-2010
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