REPORTAJE
36.
‘UTOPÍA Y TERROR’ (Los jemeres
rojos). Duración: 45
min. 7/3/2005
TURISTAS
EN LOS TEMPLOS DE ANGKOR.
Los templos de Angkor, vestigios del antiguo imperio
jemer, simbolizan el pasado glorioso de Camboya. Pero
el viejo esplendor de esta mítica ciudad perdida
--convertida en uno de los mayores atractivos turísticos
de Asia-- queda demasiado lejos en la memoria colectiva.
Y a lo largo de las últimas décadas
sus piedras han sido testigos de una interminable
tragedia.
ARCHIVO: GUERRA EN ANGKOR. BOMBARDEOS MASIVOS. GUERRILLA
DE LOS JEMERES ROJOS.
Siete lustros atrás, el contagio de los combates
en Vietnam inició una larga espiral de violencia
política. Durante cinco años Camboya
vivió el tormento de una guerra civil, patrocinada
por Estados Unidos, cuyos bombarderos no lograron
impedir el triunfo de los jemeres rojos, una guerrilla
comunista apoyada por China. Y el mundo, que contempló
aquel conflicto como otra lucha entre David y Goliat,
saludó esperanzado la llegada de la paz en
abril de 1975.
VICENTE ROMERO (enviado especial a Camboya)
Nadie sospechó entonces que, con el final de
la guerra, iba a comenzar uno de los periodos más
trágicos y políticamente más
oscuros en la historia del siglo XX. Porque Pol Pot
y los jemeres rojos crearon un régimen de terror
cuya naturaleza aberrante no sería desvelada
hasta cuarenta y cuatro meses más tarde: cuando
perdieron el poder se abrieron las puertas de Camboya
y se pudo comprobar que el país entero se había
convertido en un enorme campo de extermino.
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Rótulos:
UTOPÍA Y TERROR (LOS JEMERES ROJOS)
Guión: VICENTE ROMERO
Realización: J. CARLOS RIBAS
Imagen: JESUS MATA
Sonido: FERNANDO GARCÍA BRIOLES
Montaje vídeo: PACO ROZAS
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ACTIVIDAD EN EL CENTRO DE PHNOM PENH.
Camboya intenta emular a los llamados dragones
asiáticos que la rodean, soñando
con que un capitalismo salvaje la saque de la miseria
que atenaza sus destinos. Su principal pesadilla actual
es la profunda pobreza que sufre la mayoría
de su población. Pero las raíces de
su fragilidad como nación se encuentran en
su reciente pasado turbulento.
ARCHIVO: GUERRA DE VIETNAM.
La maldición política de Camboya comenzó
cuando los norteamericanos extendieron sobre ella
la guerra que estaban perdiendo en Vietnam, obstinados
en una política que les hizo cometer las mayores
atrocidades en el sudeste asiático.
ARCHIVO: GOLPE MILITAR EN CAMBOYA. SIHANUK EN MOSCÚ
Y PEKIN. GUERRA.
En 1970, patrocinaron un golpe militar para reemplazar
con una dictadura al régimen paternalista del
príncipe Norodom Sihanuk, que había
logrado mantener la neutralidad en uno de los principales
escenarios de la guerra fría. Los centuriones
del mariscal Lon Nol tomaron el poder mientras Sihanuk
visitaba la unión Soviética. Enseguida,
China acogió al príncipe depuesto y
lo invitó a encabezar una guerrilla maoísta
que Pekín impulsaba. La rebelión armada
se intensificó y Camboya quedó sumida
en una sangrienta guerra civil.
ARCHIVO: GUERRILLA DE JEMERES ROJOS. SIHANUK LOS VISITA
EN LA SELVA.
Sihanuk actuó como un aprendiz de brujo. Visitó
en la selva a los guerrilleros que pocos años
había reprimido, caracterizándolos como
jemeres rojos. Pero ni siquiera sabía
quienes eran sus dirigentes, ya que los comunistas
camboyanos mantenían un secretismo impenetrable.
El príncipe esperaba de ellos un régimen
socialista moderado, y se vería sorprendido
por su extremismo maoísta.
ARCHIVO: BOMBARDEOS NORTEAMERICANOS. CERCO DE PHNOM
PENH. FINAL DE LA GUERRA.
Los ataques norteamericanos sobre Camboya fueron despiadados:
en 1973 los bombarderos actuaron durante 160 días
y noches, arrojando más de medio millón
de toneladas de explosivos que destrozaron las infraestructuras
del país y causaron decenas de miles de muertos.
Sin embargo, no lograron impedir que la dictadura
militar se desplomara. Y el 17 de abril de 1975 los
jemeres rojos tomaron la capital, abarrotada por más
de un millón de campesinos desplazados.
FRANÇOIS PONCHAUD (sacerdote e historiador)
Todo el mundo aplaudía al ejército de
Lon Nol que se rendía. Después a partir
de las diez de la mañana, un verdadero telón
de plomo cayó sobre la ciudad. En todos los
cruces había grupos de jemeres rojos, tres,
seis o nueve, uniformados de negros o uniformados
de gris, con fusiles AK 47 en las manos, que comenzaban
a registrar todos los coches. Con mi coche lleno de
jemeres rojos, ya que llevaba 6 ó 7 en mi coche,
les hice visitar la ciudad. Les decía ‘esa
es la casa de Long Boret el antiguo primer ministro,
esa es la casa de la reina’. Y miraban
con los ojos como platos la casa de la reina.
‘Ahí está el monumento a la independencia,
eso es el palacio real.’ ‘¡Oh, que
bonito es el palacio!’. No habían
visto nada.
FRANÇOIS PONCHAUD EN SU DESPACHO. ARCHIVO 1975:
EMBAJADA Y EVACUACIÓN
François Ponchaud, sacerdote francés
con larga experiencia en Indochina, representó
ante el gobierno de Pol Pot a los extranjeros que,
tras haber sido testigos de la caída de Phnom
Penh, quedaron confinados durante tres semanas en
la Embajada de Francia hasta ser conducidos por los
jemeres rojos a la frontera con Tailandia.
FRANÇOIS PONCHAUD (sacerdote e historiador)
Hacia las once supimos que los jemeres rojos hacían
marchar a los cham, es decir a los musulmanes, desde
la capital hacia el campo. Después comenzaron
a evacuar a todos lo heridos y los enfermos. Yo vi
con mis propios ojos a heridos y enfermos partir pasando
delante de mi casa, sin piernas o brazos, partir fuera
de la ciudad. A partir de la una del medio día
ya se dio una orden general: ‘partir, salid,
salid rápido; los americanos van a bombardear
la ciudad; no hace falta que cerréis las puertas,
porque en pocos días regresareis.’
Prácticamente al anochecer, desde las dos del
medio día hasta la noche, tres millones de
personas salieron de la ciudad. Fue realmente terrible
e increíble.
PRAKAT YOU EN SU CASA.
Prakat You, trabajadora social perteneciente a la
clase media, tenía veinte años cuando
vivió la evacuación de Phnom Penh. Caminó
durante veintiún días para llegar a
su destino: una comuna rural en la provincia de Kompontón,
donde habría de permanecer más de tres
años.
PRAKAT YOU
En la ruta había mucha gente, la carretera
estaba abarrotada de gentes que no sé de dónde
vendrían. Había enfermos, mujeres que
acababan de parir... todos ellos tratando de avanzar
por la carretera. Vimos muchos muertos en las cunetas.
Pero todo el mundo andaba y andaba sin detenerse.
Durante el camino nos dijeron que si alguno era funcionario
debía inscribirse en una lista y regresar a
Phnom Penh para trabajar. Mi hermano con algunas otras
personas, varios compañeros, se inscribieron.
Después no volvimos a verlos. Los mataron.
En mi propia familia, hubo una treintena de muertos
durante el régimen de los jemeres rojos. Y
todos fueron asesinados.
FRANÇOIS PONCHAUD (sacerdote e historiador)
Entonces un jemer rojo nos ofreció una explicación:
dijo que en las ciudades no se cultiva arroz para
comer, sino dinero y corrupción. Y que la gente
debía ir al campo y cultivar el arroz que se
comieran. Tenían que saber que los camboyanos
nacen de un grano de arroz, viven del arroz. Y hacía
falta que todas las gentes de Phnom Penh renacieran,
tras tomar un baño de juventud en el campo.
Se trataba de una utopía revolucionaria que
solo los jemeres rojos comprendían, y que acaso
provenga de la teoría del buen salvaje, de
Rousseau y la revolución francesa: el hombre
es bueno, y tiene que regresar a la Naturaleza para
volver a ser bueno.
PHNOM PENH VACÍO EN 1977. COMUNAS.
Aunque no existan imágenes de aquel trágico
éxodo, sí las hay de la capital con
sus calles vacías. Durante más de tres
años las ciudades quedarían despobladas,
sin que casi nadie utilizara sus recursos, con militares
y funcionarios del Estado como únicos habitantes.
Repartida entre miles de comunas agrarias, la población
urbana fue sometida a un régimen de terror
y trabajos forzados, conforme a tesis maoístas
extremas que ni siquiera se aplicaron en China durante
la revolución cultural.
PRAKAT YOU
Los vecinos de la aldea me dijeron en secreto que
no debíamos decir la verdad. Que había
que ocultar las historias de cada uno. Y así
lo hicimos en nuestra familia; mi padre no dijo que
era profesor; yo dije que trabajaba como mujer de
la limpieza para una familia. Dos o tres veces al
mes, cuando todo el mundo estaba trabajando, el jefe
de la aldea entraba en las casas para registrarlas
y ver si guardábamos arroz o teníamos
cualquier otra propiedad familiar. Teníamos
miedo. Todas las noches pasábamos miedo, porque
no sabíamos si se nos iban a llevar. En nuestra
aldea a las cinco de la mañana es cuando pasábamos
más miedo, cuando llamaban a la puerta y nos
decían que teníamos que levantarnos
para ir a trabajar. Porque cuando decían que
alguien no fuera a trabajar, que lo iban a enviar
fuera, se acabó. No volvía nunca.
MY SAMEDI EN SU DESPACHO DE CRUZ ROJA
My Samedy fue el primer camboyano que se doctoró
en Francia. Decano de la Facultad de Medicina y Secretario
General de la Cruz Roja, sus conocimientos fueron
despreciados por el régimen de Pol Pot.
DR. MY SAMEDI (Sec. Gran Cruz Roja)
No reconocían la profesión médica.
Se nos dijo ‘aquí no hay facultades universitarias,
no hay médicos ni ingenieros; todos son pueblo
para trabajar la tierra.’ Solo agricultores.
Además de los llamados curanderos tradicionales,
que había uno en cada comuna, estaban también
los enfermeros jemeres rojos que no sabían
casi nada. Tenían un botiquín y daban
los medicamentos identificándolos por el color
de sus envases: rojo, blanco, etcétera.
ARCHIVO: COMUNAS AGRARIAS EN 1977.
Se abolió toda cultura que no fuera la ancestral.
Las ciencias modernas fueron despreciadas, se prohibió
leer y se persiguió a cuantos tuvieran estudios,
creyendo facilitar así el nacimiento de una
nueva sociedad basada en la pureza de los analfabetos.
DR. MY SAMEDI (Sec. Gran Cruz Roja)
Se nos dijo que en primer lugar estaban las gentes
de base; en segundo lugar estaban los de una
segunda categoría próximos a ascender
a gentes de base y eran muy considerados por el Angkar,
la máxima autoridad política, que les
daba una preparación para ascender a gentes
de base. Y por último, estábamos los
llamados “gentes del 17 de abril”,
que éramos los evacuados de las ciudades, los
condenados a quienes se les llevaba a no se sabía
dónde. Las gentes de base tenían derecho
a hablar con las autoridades, también tenían
derecho a descansar cuando estaban enfermos, mientras
que las gentes del 17 de abril debíamos
continuar trabajando. Y las raciones de comida tampoco
eran las mismas.
PRAKAT YOU
Cada diez o quince días nos daban una jornada
de descanso. Pero no le llamaban jornada de descanso,
sino jornada de mitin. Pero nos reunían a todos
en asamblea, y después el jefe de la aldea
y también algunos personajes con mando que
venían a hablarnos nos daban una charla doctrinaria.
DR. MY SAMEDI (Sec. Gran Cruz Roja)
No teníamos ningún derecho. Nos limitaban
incluso por donde podíamos pasear. Solo podíamos
ir al campo acompañados por el jefe de la aldea,
nos llevaban a trabajar fuera de la aldea, pero no
podíamos pasear libremente por ella, ni siquiera
a 500 metros de nuestra casa. (...) Los que llevaban
gafas fueron todos asesinados. En mi aldea, en mi
comuna, muy pocos se atrevieron a ponérselas.
Como lo sabíamos, rompimos y escondimos las
gafas.
ARCHIVO: COMUNAS. PRESA DE COMPING YOU.
Con el fin de crear una economía autárquica
basada en la agricultura, los jemeres rojos emprendieron
la construcción de una gigantesca presa para
regular los arrozales del noroeste de Camboya. Fue
una obra faraónica, por sus dimensiones y por
el sistema de trabajo. Pero no logró el objetivo
de triplicar la producción. Aun así,
el gobierno aumentó las exportaciones de arroz,
y el hambre dejó sentir sus efectos mortíferos.
CHAN CHORN CON SU FAMILIA, EN SU CASA.
Chan Chorn es un empresario agrícola que vive
libre de angustias económicas, cultivando las
tierras de su propiedad. Sin embargo, recuerda con
nostalgia los años en que fue jefe militar
de una comuna de los jemeres rojos.
CHAN CHORN (ex jefe de comuna)
La vida en la comuna era igual para todos: consistía
en producir arroz y asegurarnos al menos una sopa
de arroz para comer. Teníamos que organizar
la traída de agua, vigilar que nunca faltara
en los arrozales y cuidar los pozos. Todo era de uso
común y todos comíamos de la misma olla.
No se podía tener ninguna propiedad privada.
Solo una cuchara para comer. Todo lo demás
debía ser compartido. Hubo gente que se debilitó
por la escasez de comida, y murió en el hospital.
También murieron muchos de los que cavaban
las acequias, porque los guardianes les golpeaban.
VR: ¿Sabe usted quienes eran
Mao Zedong, Carlos Max, Lenin...?
CHAN CHORN (ex jefe de comuna) (ríe)
No. De esos políticos extranjeros nunca he
sabido más que los nombres. Yo sólo
conocía a nuestros dirigentes locales.
PRAKAT YOU
El jefe de la aldea vino a mi familia y dijo esta
chica, mi sobrina, que se llama Rith, debe casarse
con ese chico. Nosotros no sabíamos que hacer.
No teníamos libertad de escoger. Le dio unas
ropas negras, todas negras y nuevas, para que se vistiera.
Y dijo que ella debía ir a un lugar que el
jefe de la aldea había fijado. Después,
cuando regresó, mi sobrina nos contó
que habían casado a 31 parejas. Había
una mesa y tenían que formar cola hasta llegar
a ella. A un lado las mujeres y al otro los hombres.
Quienes quedaban enfrentados eran marido y mujer.
CHAN CHORN (ex jefe de comuna)
Sí, todas las bodas eran organizadas por el
comité del pueblo o del distrito. Y entonces
casarse era mucho más fácil. Porque
ahora los novios tienen que enamorarse y en los matrimonios
intervienen también sus familias. Entonces,
no. Cogíamos a diez chicos y diez chicas y
los emparejábamos. Ni siquiera hacía
falta que tuvieran casa propia. Los juntábamos
y ya estaban casados: ya eran marido y mujer.
NUTH POMBORITH
El jefe de la comuna dijo que tenía que casarme.
Yo no quería, me resistía a casarme
con un desconocido. Pero me obligaron. Una tarde el
jefe de la comuna vino a mi casa y le comunicó
a mi madre que a la mañana siguiente se celebraría
una boda colectiva y yo sería una de las novias,
amenazando con matarme si volvía a negarme.
No tuve más remedio que presentarme. A mí
me toco el puesto número trece, el penúltimo
de la fila. Y a mi lado pusieron al que iba a ser
mi marido. Lo conocía de verlo por la aldea
y él siempre me miraba; pero a mí él
no me gustaba. Y nos casaron.
KRAMOM
PHAUY
Entonces ella tenía 17 años y yo 24.
NUTH
POMBORITH
Al principio no quise acostarme con él porque
era hacerlo con un desconocido. Pero el jefe de comuna
dijo que me matarían no cumplía mis
obligaciones de esposa... Sin embargo, lo más
absurdo era que separaban a los matrimonios: nos mandaban
a trabajar alejados y sólo pasábamos
una noche juntos cada diez días, en la jornada
de descanso.
IMÁGENES DE FAMILIA
El máximo aprovechamiento de las fuerzas para
el trabajo chocaba con el empeño oficial en
fomentar la natalidad, que en algunas comunas llegó
al extremo de controlar las menstruaciones y aparear
a los matrimonios en sus días fértiles.
Obligados a casarse hace 28 años, Phauy y Pomborith
tuvieron siete hijos y se mantienen unidos tras haber
afrontado las mayores dificultades.
NUTH POMBORITH
Durante el régimen de Pol Pot pasamos mucho
miedo. Al principio había cerca de 70 familias
en la comuna; y al final quedamos sólo 27.
Muchos murieron por enfermedades o hambre, pero otros
desaparecieron a manos de los vigilantes. Una noche
se llevaron a los vecinos de al lado. Los oímos
gritar, pidiendo socorro. Después no pudimos
dormir en varias noches.
KIKE FIGAREDO HABLA CON UNA CAMPESINA.
El jesuita español Kike Figaredo, obispo de
Battambang, visita a los muchos olvidados de su diócesis
que, con tres millones y medio de habitantes, tiene
una extensión semejante a la de Portugal.
YEIY HO
Los jemeres rojos me separaron de mi esposo, que era
militar y durante la guerra había sido su enemigo.
También me quitaron a mi hijo mayor. Y me mandaron
con mis otros cuatro hijos a una comuna. Mis recuerdos
son muy dolorosos. Mis dos niñas pequeñas
se murieron en mis brazos. Porque no tenía
leche para darles y casi no había qué
comer. Pero encontré gente muy buena que me
ayudó. Algunos llegaron a robar comida para
dármela, sobre todo leche y maíz para
las niñas. Pero no conseguimos que sobrevivieran.
Después tuve tres hijos más, porque
creí que mi marido había muerto y, sin
saber que estaba vivo, me casé otra vez.
KIKE FIGAREDO CON CAMPESINOS
Figaredo, que lleva más de veinte años
trabajando en Camboya, ha escuchado miles de testimonios
de su tragedia histórica y conoce profundamente
la idiosincrasia del país.
KIKE FIGAREDO (Obispo de Battambang)
Hay un algo dentro de la experiencia comunitaria en
Camboya que está roto en el corazón
y se manifiesta de muchas maneras: podemos tener la
falta de compenetración familiar o la falta
de creencia en las instituciones que se estás
intentando recuperar. O sea, el fiarte de un profesor,
el fiarte de la policía, el fiarte del alcalde
del pueblo. Eso está todo roto. Y está
roto en el corazón de la gente porque en los
años del terror de Pol Pot nadie se podía
fiar de nadie para sobrevivir. Y ahora eso ha quedado
marcado. Y aunque los niños y los jóvenes
de hoy en día no han vivido directamente los
años de Pol Pot, los han vivido indirectamente
a través del veneno que la revolución
dejó en el corazón de la gente.
MONJES EN LA PAGODA DE ANVAN CHHOW. ARCHIVO: PAGODAS
DESTRUIDAS
Los jemeres rojos prohibieron cualquier forma de religión,
pese a que su Constitución proclamara ‘el
derecho de creer en Dios’. Durante la guerra
utilizaron el igualitarismo budista para ganarse al
campesinado, pero después cerraron las pagodas
y decapitaron las efigies de Buda.
VOAL CHAM (monje)
Bajo el régimen de Pol Pot no había
libertad para rezar. Los monjes tuvimos que dejar
los monasterios, nos quitaron las túnicas y
las quemaron en hogueras. Nos obligaron a vivir como
campesinos, en las comunas. A los que rezaban los
golpeaban hasta matarlos. Yo rezaba en secreto, interiormente,
sin hacer ruido ni quemar incienso, con mucho miedo
de que me descubrieran y me apalearan. Trabajábamos
más de diez horas al día y para comer
nos daban solamente sopa de arroz, poca y mala.
FRANÇOIS PONCHAUD (sacerdote e historiador)
En los primeros momentos mataron a todos los dignatarios
budistas. Desde enero de 1976 enviaron a los bonzos
a trabajar como campesinos, igual que todo el mundo,
y las pagodas se convirtieron en silos o en almacenes
donde depositar las armas o las cosechas. Los cristianos
no fueron perseguidos por los jemeres rojos, como
se suele creer. Los únicos verdaderamente perseguidos,
a la vez por su fe y por su particularismo, fueron
los musulmanes. Que son de la etnia cham, no son jemeres
sino chams y tienen sus particularismos; por ejemplo,
rehusan comer carne. Y los jemeres rojos no los aceptaban
porque tenían una ideología muy estrecha.
Todo el que no pasaba por ella debía ser asesinado.
ARCHIVO: BANCO DINAMITADO. PHNOM PENH VACÍO.
IMÁGENES DE POL POT.
El dogmatismo hizo que, además de abolir la
propiedad, se eliminara el dinero y el edificio del
Banco Central fuera dinamitado. Se suprimieron los
medios de comunicación, el teléfono
y el correo. Desaparecieron todos los transportes
y se prohibieron los desplazamientos. Nadie sabía
quienes dirigían aquella revolución
alienada, que inmoló a la séptima parte
de la población de Camboya, hasta que se dio
a conocer la figura de Pol Pot: un oscuro personaje
que estudió en Francia, cuyo verdadero nombre
era Saloth Sar, y estaba fascinado por los poemas
de Verlaine, los textos de Mao y los métodos
de Stalin.
ARCHIVO: SIHANUK CON LOS JEMERES ROJOS
Los jemeres rojos mantuvieron seis meses a Sihanuk
como ficticio Jefe del Estado. El príncipe
permaneció incomunicado en el Palacio Real
hasta que, en 1978, volvió al exilio y denunció
las atrocidades de Pol Pot.
NORODOM SIHANUK (ARCHIVO 1985)
Quería incluso sobrepasar la revolución
cultural china. Era un comunismo extremista. Pero
su idea era la idea de un loco. Por eso no triunfó.
NORODOM SIHANUK Y VICENTE ROMERO EN 1985
El terror alcanzó también a la familia
real, que perdió a 19 de sus miembros, asesinados
por los jemeres rojos.
NORODOM SIHANUK (ARCHIVO 1985)
Los enviaron en 1976 a lo que denominaban las cooperativas.
Y, desde entonces, mis hijos y mis nietos, en número
de cinco y de catorce, están desaparecidos.
ANTIGUA PRISIÓN DE TOUL SLENG
El denominado terror revolucionario sembró
Camboya de presidios y cementerios. Pero la represión
política quedó centralizada en un colegio
de la capital, en Toul Sleng. En sus archivos figuran
los datos de 15.000 detenidos, de los que tan solo
siete salieron con vida.
VANN NATH CONTEMPLA SUS CUADROS EN TOUL SLENG
El prisionero Vann Nath fue uno de los pocos que se
libró de la muerte. Al saber que era pintor,
le encargaron un retrato de Pol Pot. Y sobrevivió
más de un año encarcelado haciendo efigies
del dictador. Sus obras posteriores denunciarían
los horrores que presenció.
GNEM EN PASEA ENTRE LAS FOTOGRAFÍAS.
Gnem En, uno de los seis fotógrafos oficiales
de Toul Sleng, retrató el terror de los prisioneros
poco antes de que fueran asesinados. Combatiente desde
1972, fue designado militante ejemplar de
los jemeres rojos y enviado a China para estudiar
fotografía.
GNEM EN (fotógrafo de Toul Sleng)
En algunas ocasiones sentí piedad por los prisioneros
que fotografiaba. Me daban pena. Pero entonces no
había lugar para los sentimientos. Imperaba
la ley de los jemeres rojos y había que respetar
sus reglas si no se quería morir. Yo tenía
que separar mi trabajo de mis sentimientos, limitarme
a fotografiar a los prisioneros. Después se
los llevaban y lo que hicieran con ellos no era asunto
mío, sino responsabilidad de otros. Cada uno
cumplía su tarea, sin hacer comentarios. Yo
era muy joven. Y tenía que hacer lo que me
mandaran. Entonces no había leyes, ni se podía
opinar. Aquello era el reino del mal.
FOTOGRAFÍAS DE PRISIONEROS.
(Sin relato alguno)
GNEM EN (fotógrafo de Toul Sleng)
Algunos prisioneros me contaban sus historias. Muchos
eran simples campesinos y no sabían qué
faltas habían cometido. Los detenían
porque alguien los había denunciado: unos acusaban
a otros, y eran detenidos sin que ellos supieran por
qué. Me ordenaron que no sintiera nada por
ellos ya que eran traidores, contrarios a la revolución.
Cada uno tenía que cuidar de su propio pellejo.
Y el pellejo de los prisioneros era cosa suya, no
mía.
MEMORIAL DE CHOEUNG EK.
Los presos eran ejecutados a una quincena de kilómetros
de Phnom Penh. De las fosas comunes abiertas en Choeung
Ek fueron exhumados unos 20.000 cadáveres.
Los huesos se exhiben apilados en un enorme memorial
político, convertidos en siniestra atracción
para el turismo.
IMÁGENES DE ARCHIVO: INVASION VIETNAMITA.
Los 44 meses de terror de los jemeres rojos finalizaron
en enero de 1979, cuando una invasión de tropas
vietnamitas derribó al régimen de Pol
Pot. El nuevo gobierno, formado por comunistas prosoviéticos,
se encontró ante una situación caótica:
el Estado no existía y la sociedad se había
desintegrado.
IMÁGENES DE SUPER 8: FRONTERA DE VIETNAM, COMUNAS
RURALES; CENTRO DE PHNOM PENH, ISLA DE LA MUERTE;
COCHES ABANDONADOS; UNA BODA, FESTEJOS Y MUSICOS.
Cuando los periodistas pudimos escribir otra vez desde
Camboya, nuestras crónicas hablaron de un país
devastado. Los campesinos que entonces filmamos, vestidos
aún con los ropajes impuestos por los jemeres
rojos, empezaban a comerciar con alimentos aunque
todavía utilizaban el arroz como medida de
trueque.
En las calles semivacías de Phnom Penh las
gentes retornaban a los hogares que hubieron de abandonar
cuatro años atrás. El mercado central
seguía cerrado pero en sus alrededores rebrotaban
los tenderetes. Los monjes recuperaban sus hábitos
y reabrían los templos, donde los creyentes
imploraban tiempos mejores. Una tarde, cruzamos las
aguas del Mekong hasta la isla de Koh Kor donde se
ocultaban las fosas comunes de otro centro de exterminio.
Los restos de automóviles, prohibidos durante
el régimen de Pol Pot, yacían en las
cunetas. Y en el campo se reemprendían los
cultivos, interrumpidos por el regreso de gentes de
las comunas a las ciudades. En una aldea de Kandal,
asistimos a la primera boda por amor tras años
de matrimonios forzosos. Recuperados los antiguos
ritos, la fiesta se celebraba con las danzas y las
músicas tradicionales, que expresaban la alegría
de los más humildes.
ARCHIVO: GUERRA CIVIL. RETIRADA VIETNAMITA. ACUERDO
DE PAZ EN PARIS. ELECCIONES.
Una pesadilla había terminado, pero comenzaba
otra. Porque la invasión extranjera unió
a los jemeres rojos, la derecha nacionalista y los
monárquicos en un frente que, encabezado por
Sihanuk, combatiría contra las tropas de Vietnam
durante diez años.
Las fuerzas de ocupación se retiraron en 1989,
tras haber sufrido 25.000 muertos y 55.000 heridos.
Pero la guerra continuó hasta que, dos años
después, la Conferencia de Paz en París
puso a Camboya bajo el control de Naciones Unidas.
Regresaron miles de refugiados y en 1993 se celebraron
unas elecciones democráticas en las que no
quisieron participar los jemeres rojos. Se estableció
una frágil democracia y Sihanuk volvió
a reinar. Pero Pol Pot mantuvo su desafío guerrillero
junto a la frontera de Tailandia.
JUICIO CONTRA POL POT EN ANLONG VENG. MUERTE Y CREMACION
DE POL POT.
Las deserciones de sus principales dirigentes debilitaron
a los jemeres rojos. Finalmente, en julio de 1997,
Pot Pot fue detenido por sus propios soldados y --acusado
de ordenar el asesinato de su máximo jefe militar--
condenado por un tribunal popular a prisión
perpetua en su domicilio. Ya era un frágil
anciano, que decía tener la conciencia tranquila
afirmando que ‘violencia y muerte son imperativos
revolucionarios’. Murió nueve meses
más tarde y tuvo la ceremonia fúnebre
digna de un canalla: fue quemado en un colchón,
sobre unos neumáticos, el día que se
cumplían 23 años de la entrada de los
jemeres rojos en Phnom Penh.
VICENTE ROMERO (enviado especial a Camboya)
En Anlong Veng se escenifica la última paradoja
de los jemeres rojos. Porque el lugar donde Pol Pot
vivió sus últimos meses, donde murió
y fue incinerado, se ha convertido en centro de atracción
turística, casi en un pequeño parque
temático sobre los principales dirigentes de
aquella revolución enloquecida y sangrienta.
LUGAR DE LA CREMACIÓN DE POL POT. VIAJE POR
CAMPOS MINADOS HASTA EL BUNKER DE POL POT.
Nunca falta quien deposite unas flores o queme incienso
ante las cenizas de Pol Pot. Y sus más fieles
partidarios acompañan a los visitantes extranjeros
a lo largo del camino que, entre terrenos minados,
conduce hasta las ruinas del búnker que fue
su último refugio militar.
UNOS BUEYES CRUZAN FRENTE A UN AVISO DE MINAS. QUEMA
DE RASTROJOS EN LOS MONTES DE PAILÍN.
Las heridas de Camboya se hacen visibles en unas tierras
infectadas por millones de explosivos, que todavía
amenazan a los campesinos.
La región de Pailín es un espejo de
la devastación causada por la guerra. Para
pagar sus gastos se esquilmaron los recursos naturales,
y donde había espesos bosques hoy se queman
sus rastrojos. La mayoría de los mandos intermedios
de Pol Pot vive en esta provincia, con la certeza
de que la Justicia jamás les pedirá
cuentas.
ARCHIVO: PROPAGANDA DE JEMERES ROJOS
Abandonadas las armas tras haber renunciado a las
viejas ambiciones revolucionarias, los jemeres rojos
evocan con nostalgia cuando intentaron hacer realidad
sus absurdos ideales, imponiéndolos a sangre
y fuego.
LONG NORIN, ACTUALMENTE, EN PAILÍN.
Long Norin se encargó de atender a Norodom
Sihanuk durante el tiempo que el teórico Jefe
del Estado permaneció encerrado en el Palacio
Real. Convertido en hombre de negocios, minimiza las
responsabilidades de quienes, como él, fueron
funcionarios de Pol Pot.
LONG NORIN (funcionario de Asuntos Exteriores)
Hubo cosas buenas y cosas malas. Si pregunta usted
al pueblo todos le dirán que lo peor del régimen
de los Jemeres Rojos fue que muriera gente de hambre,
porque se trabajaba mucho pero no había bastante
para comer. Lo mejor fue que entonces, a diferencia
de hoy, no había robos, violaciones ni las
graves enfermedades actuales. Para resumir aquella
época en dos palabras, se podría decir
que bajo Pol Pot todos éramos como monjes.
Estábamos prisioneros de la disciplina de los
Jemeres Rojos. Así que todos éramos
prisioneros de la disciplina. (ríe)
SENG LY THENG EN SU CASA DE PAILÍN.
Tras haber ejercido la jefatura militar de los jemeres
rojos en Pailín, Seng Ly Theng dirige el Departamento
de Turismo de la provincia. Sobrino y hombre de confianza
de Pol Pot, trata de ofrecer argumentos en defensa
del líder al que sirvió como fotógrafo
personal.
SENG LY THENG (sobrino y fotógrafo
de Pol Pot)
Los tres años y ocho meses que duró
el régimen de los Jemeres Rojos no fueron los
más felices de Camboya, pero tampoco fue feliz
la etapa anterior, durante la dictadura militar y
la guerra. No se puede culpar al gobierno de Pol Pot
de todo lo que ocurrió. Porque las autoridades
de cada provincia tenían el poder de matar
también.
LONG NORIN (funcionario de Asuntos Exteriores)
Lo cierto es que el régimen de Pol Pot había
emprendido una apertura política poco antes
de que lo derribara la invasión vietnamita.
Ya había comenzado el regreso de población
a las ciudades, e incluso se empezaba a permitir la
visita de turistas a los templos de Angkor.
KONG DOEUNGEN LA EMISORA DE RADIO PAILÍN.
Director del Servicio de Información de Pailín
y locutor en la radio local, Kong Doeung sufrió
el terror de los jemeres rojos cuando su padre fue
arrojado a un pozo. Sin embargo, años después,
Pol Pot lo escogió para que fuera la voz oficial
de su emisora.
KONG DOEUNG (locutor en Pailín Radio)
Los dirigentes de los jemeres rojos eran conscientes
de lo ocurrido durante su mandato. Porque en los debates
políticos, cuando nos hablaban de lo que no
se debía hacer, siempre ponían ejemplos
de su gobierno como una experiencia amarga y dolorosa.
Decían que habían perseguido el ideal
de dar el poder al pueblo llano, al campesinado. Pero
que el resultado fue un horror. Y explicaban que había
sido culpa suya, no de los campesinos.
SOUN PHOEUNG EN SU CASA DE PAILÍN.
Soun Phoeung también alza su voz en defensa
de la utopía polpotista. Durante el régimen
de los jemeres rojos perteneció a la primera
categoría social, ya que fue dirigente obrera
en una fábrica de yute.
SOUN PHOEUNG (ex dirigente obrera)
En nuestra fábrica había más
de mil obreros y todos estábamos contentos.
Trabajábamos ocho horas, como ahora, y las
relaciones laborales eran normales. Los dirigentes
nos trataban bien y se ocupaban de nuestras necesidades.
Pero creo que los obreros vivíamos mejor que
los campesinos. Nos daban mejor comida que en las
comunas, y también disponíamos de una
buena atención médica.
SENG LY THENG (sobrino y fotógrafo
de Pol Pot)
El recuerdo de mi tío Pol Pot lo llevo en el
corazón. Siempre me sentí muy cerca
de él y nunca olvidaré que me enseñó
a amar a los demás y a nuestro país.
Lo que vi con mis propios ojos era que amaba a su
pueblo, a Camboya. Y supo vivir entre los suyos de
forma sencilla y humilde.
KONG DOEUNG (locutor en Pailín Radio)
El Pol Pot que yo conocí y traté era
un hombre de carácter dulce y equilibrado,
muy agradable y de vida sencilla, que trataba muy
bien a sus guardaespaldas y nunca se enfadaba, aunque
nos inculcara la doctrina de combatir a los vietnamitas.
Nunca creeré las maldades de que lo acusan:
que tanta gente muriera de hambre por su culpa, que
mandara asesinar a tanta gente... No puedo creerlo.
OFICINAS DEL CENTRO DE DOCUMENTACIÓN. CASA
DE IENG SARY EN PHNOM PENH.
Para que nadie pueda negar las evidencias, un Centro
de Documentación se encarga de recopilar datos
y testimonios sobre el régimen de Pol Pot.
Tal vez un día sirvan como pruebas, si llega
a constituirse un Tribunal para juzgar los crímenes
de los jemeres rojos, como han acordado las Naciones
Unidas y el gobierno camboyano.
KEVIN DOYLE (director de Cambodia Daily)
Entrevisté a “Nounh Chea”, que
fue el hermano número dos, el vicepresidente
de Pol Pot. Dijo que la Revolución fue como
un parto, que se vertió mucha sangre pero hubo
un bebé precioso al final. Y comentó
que estaría encantado de sentarse ante un tribunal
para explicarle a todo el mundo lo que pasó
durante aquellos años. Pero no disponemos de
un tribunal donde sentarlo. El último revés
ha sido que la ONU ha dicho que no tiene dinero para
organizar un juicio a los Jemeres Rojos. Y estamos
en el 2005, ya han pasado 30 años desde la
caída de Phnom Penh.
BARRIO POBRE DE PHNOM PENH. NOCHE DE FIESTA EN UN
RESTAURANTE.
Que no quepan esperanzas de que la Justicia alcance
a alguno de los dirigentes del régimen de Pol
Pot, es algo ajeno al interés de la mayoría
de los camboyanos, sumidos en una pobreza profunda.
Los verdugos no tienen qué temer. Tampoco quieren
volver la vista atrás las nuevas clases dominantes,
enriquecidas por un capitalismo salvaje y un sistema
político corrupto. La mayoría de los
jemeres rojos se ha convertido en beneficiaria del
despiadado liberalismo económico, y gozan de
una vida totalmente opuesta a su antigua utopía.
PRAK KHAN CAMINA Y SE SIENTA PARA HABLAR.
En una zona agrícola alejada de Phnom Penh
encontramos a Prak Khan, uno de los esbirros del polpotismo
más señalados por haber sido jefe de
interrogatorios en Toul Sleng durante más de
dos años.
Aunque prefiera esconderse, no necesita hacerlo. Porque
nadie le ha pedido explicaciones por los crímenes
políticos que cometió. Sin embargo le
avergüenza hablar de su pasado y evita hacerlo
ante sus vecinos.
PRAK KHAN (Jefe interrogatorios de Toul Sleng)
Mi tarea consistía en interrogar a los prisioneros
y torturarlos, pero de matarlos se encargaba otro
departamento. Casi todos llegaban llorando y juraban
que eran inocentes. Sospechaban que serían
ejecutados pero yo les aseguraba que si respondían
a mis preguntas podrían volver a las comunas.
Así los tranquilizaba para interrogarlos mejor.
Pero, en el fondo, ellos sabían que morirían.
Murieron todos excepto cinco, cuyo trabajo nos era
útil. Los interrogatorios eran muy duros. Para
forzar a los presos a hablar les arrancábamos
las uñas o les impedíamos respirar.
Ahora no comprendo cómo pude actuar con tanta
crueldad. No olvidaré aquel horror mientras
viva. Se lo he contado a mi esposa y a mis hijos,
sin ocultarles nada de lo que hice.
PRAK KHAN HABLA CON VR.
Resultó inútil preguntarle por sus sentimientos
durante aquellos años atroces. Parecía
un hombre de mármol, incapaz de recordar otra
emoción que no fuera su propio miedo a morir.
PRAK KHAN (Jefe interrogatorios de Toul Sleng)
Entonces yo era muy joven. Sólo tenía
20 años cuando nuestros jefes dieron la orden
de matar a todos los que no fueran puros e íntegros.
En Toul Sleng trabajábamos 30 funcionarios,
y sólo yo quedé con vida. Los otros
acabaron resultando sospechosos y fueron ejecutados.
Yo pasaba mucho miedo y no podía dormir. Porque
veía cómo detenían y asesinaban
a mis compañeros, acusados de no interrogar
bien a los presos y no torturarlos correctamente y
no sabía si el próximo detenido sería
yo. Algunos prisioneros me suplicaban que los ayudara.
Pero si lo hubiera hecho, en vez de torturarlos a
fondo, yo también habría sido ejecutado.
PRAK KHAN DESCANSA EN UNA HAMACA.
CREDITOS FINALES:
TVE AGRADECE EL MATERIAL DE ARCHIVO HISTORICO FACILITADO
POR LA TELEVISION DE CAMBOYA.
Producción:
Carlos JERÓNIMO
Dirección: Juan Antonio SACALUGA
ROTULOS
DEL EQUIPO DE ‘EN PORTADA’
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