"Me
siento como un esquizofrénico, pensando de una manera y
viviendo de otra".
Textos de Julián del Olmo,
y fotos de
Ramón Ajo, Presencia 7, (Revista
de la Conferencia Marista Española),
junio de 2004.
Vicente Romero, el prestigioso reportero de TVE, muestra sus espléndidos
reportajes, en los que compagina la estética de la imagen
con la ética de los contenidos, en la ventana de «Informe
Semanal». El buen hacer profesional de este corredor de
fondo del periodismo le ha hecho merecedor de una docena de importantes
premios nacionales e internacionales. «El premio más
importante ha sido un dibujo de mi hija en el que escribió:
“al mejor papá”, igual de injusto que todos
los demás.»
Vicente Romero ha dado la vuelta al mundo poniendo imagen y sonido
a la realidad pura y dura de «un mundo injusto que el sistema
quiere ocultar y mucha gente no quiere ver». Lo que le ha
acarreado algunos disgustos, porque no corren tiempos para la
lírica. Perplejidad.
Presencia-7: Después de tantas correrías
por todo el mundo mundial, ¿qué conclusiones vas
sacando?
Vicente Romero: Mi único estado de lucidez
posible ante lo que veo es la perplejidad. Me siento incapaz de
entender, y menos aún de aceptar, la situación actual
del mundo, y me sorprende la ceguera con la que la contempla el
mundo al que nosotros pertenecemos.
P7: ¿Cuál es el país que
más te llama la atención?
VR: EE.UU., sin duda. Dentro de la terrible pobreza
que sufren tantos países, me parece EE.UU. es el más
pobre, mental y espiritualmente, y digno de compasión.
Es el más desinformado y empeñado en la sin razón,
no por culpa de los propios estadounidenses, sino de los que realmente
gobiernan el país, los que imponen el orden mundial, que
más bien habría que llamarlo desorden mundial, como
son las grandes corporaciones económicas internacionales.
La mirada crítica
P7: ¿Con qué mirada
contemplas los países adonde vas a grabar tus reportajes?
VR: La mirada de una persona que trata de ver
las cosas por sí mismo y no como algunos se empeñan
en contárnoslas, a veces falsificadas. De pequeño
me decían que siempre hubo pobres y ricos, pero nunca los
pobres fueron tan pobres y los ricos tan ricos como ahora. Y parece
que esa tendencia va a continuar.
Hay países en los que todo lo que tiramos aquí,
ese pedazo de pan o de filete que irá al cubo de la basura,
es una riqueza codiciada por mucha gente. Y, sin embargo, ves
que esa pobre gente tiene mucha más naturalidad, cordialidad
y confianza que nosotros y te sorprende su sonrisa. A veces sientes
que te miran como a un tipo raro, como un habitante de otro planeta,
y no obstante, te acogen y te ofrecen lo poco que tienen. Recuerdo
haber pinchado la rueda del coche en medio de una riada de refugiados
que huían de Ruanda, gentes famélicas, desorientadas
y asustadas, y se detuvieron para levantarnos el coche a pulso
porque no teníamos gato, mientras cambiábamos la
rueda. Un puñado de pobres ayudando a salir del apuro a
un puñado de ricos. Un gesto tan sorprendente como ejemplar.
Autómatas y personas
P7: ¿Qué nos pueden enseñar
los pobres?
VR: Todo lo que nos han hecho olvidar a base
de inyectarnos televisión en vena y hacernos creer que
valemos por lo que tenemos. No es tanto una cuestión de
pobres y ricos cuanto una cuestión de autómatas
y personas. Estamos en una sociedad de autómatas cuyos
únicos valores indiscutibles son los valores bursátiles.
P7: ¿Ves salida al túnel?
VR: Sinceramente, no. Pero hay que seguir actuando
como si tuviera salida. Las esperanzas en un cambio del actual
orden mundial, desorden mundial mejor dicho, son muy pocas porque
los políticos de nuestro sistema han aceptado el papel
de limitarse a discutir cómo regular los semáforos
del tráfico, los económicos y los sociales. Discuten
la ordenación del sistema, pero el sistema en sí
no lo quiere cambiar nadie. Se ponen fronteras estéticas,
como es dar el 0,7 por ciento, que no cambian la raíz del
problema.
Tráfico de armas
P7: ¿Y qué nos dices del tráfico
de armas?
VR: Que es un secreto a voces. Hay una ley de
secretos oficiales pactada por todos los partidos políticos
que impide conocer a quiénes vendemos armas, a qué
precio y en qué condiciones. Pero no sólo les vendemos
armas, sino que les compramos sus diamantes y su oro sin pedir
un certificado de origen que garantice que no vienen de países
en guerra. Compramos productos elaborados en el Tercer Mundo sin
exigir una certificación de que no ha habido trabajo infantil,
explotación de mano de obra... Habría que hacer
un «código de calidad ética» igual que
existen códigos de calidad material de los productos exigiendo
garantías. La única etiqueta que parece que nos
preocupa es la del precio.
La culpa no es de los periodistas
P7: ¿Por dónde empezamos el tema
de la comunicación en la era de las comunicaciones?
VR: La verdadera comunicación empieza
en casa. A los padres les resulta mucho más fácil
echarnos la culpa a los periodistas que sentarse a hablar con
sus hijos todos los días, desde que son pequeñitos.
Sería una comunicación estupenda discutir también
los telediarios y ver los programas infantiles con nuestros hijos.
La educación empieza en casa. Sucede como en la alimentación.
Si tenemos una generación de niños gordos, no se
puede culpar a los McDonals, hay que culpar a los padres que enseñan
a los niños a entrar en los McDonals.
P7: ¿Qué nos dices de la telebasura?
VR: No hay que superproteger a los hijos. Tienen
derecho a equivocarse. Yo he discutido con mi hijo lo que es la
telebasura, pero no le prohibido que vea Gran Hermano. He comprobado
que lo veía alguna vez. Afortunadamente no le ha gustado
Gran Hermano, ni la Isla de los Famosos, ni Crónicas Marcianas...,
pero me parece bien que alguna vez los vea para que tenga su propia
opinión sobre ellos.
Su programa favorito
P7: ¿Qué programas recomendarías?
VR: Hay un programa maravilloso que lo ve poca
gente, quizá porque cuando compra el televisor no le informan.
El programa consiste en tener el televisor apagado. Parece que
la gente entiende que cuando compra un televisor es para tenerlo
todo el tiempo encendido. La televisión no puede estar
todo el día encendida como no lo está la cocina
de gas o el microondas, sino sólo cuando vas a cocinar
algo. Lo mismo hay que hacer con la televisión. El mejor
programa es el televisor apagado y un buen rato de charla o lectura
y hasta una buena bronca familiar aclaradora de cosas... Nada
sustituye a una conversación. Yo veo poca televisión.
Veo más vídeo que televisión porque elijo
lo que quiero ver y no tengo que soportar la terrible agresión
de la publicidad.
Nada de la vida nos es ajeno
P7: ¿Qué valores habría
que inculcar a los jóvenes?
VR: El de la supervivencia. Que consigan ser
ellos mismos. Que tengan su propia opinión. Que sepan controlar
su propio destino. Enseñarles que la felicidad puede ser
un sonrisa y no un vehículo todo terreno. Enseñarles
a mirar a su alrededor para que comprendan que nada de la vida
tiene que serles ajeno y, por tanto, no van a ser felices en un
mundo basado en la injusticia, a no ser que sean estúpidos
y carezcan de información y sensibilidad. Enseñarles
a ser solidarios.
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